Cuando un reloj se atrasa unos segundos o incluso se va atrasando poco a poco hasta que el retraso es ya de uno o dos minutos, en el entorno de un hogar no suele haber problemas drásticos. No obstante, para los científicos un retraso de un segundo puede significar la diferencia entre el lanzamiento exitoso de un cohete y que este termine explotando por los aires. Debido a ello, se ha fabricado un nuevo reloj atómico que evitará estos problemas, ya que solo habrá que ponerlo en hora cada 30 mil millones de años.
Científicos del JILA (Joint Institute for Laboratory Astrophysics) han decidido que era momento de tener un reloj atómico que de verdad fuera preciso. Y es tan preciso que, si hiciéramos balance de lo que se podría haber atrasado desde que existe el universo, seguramente habría sido insignificante. Porque el universo se estima que tiene 13,8 mil millones de años y, este reloj atómico, solo se retrasa un segundo cada 30 mil millones de años. Eso significa que ni siquiera, todavía, habría que ponerlo en hora.
Un proyecto totalmente nuevo
A lo largo del tiempo, los expertos del JILA han dado forma a distintos relojes atómicos y sistemas que, poco a poco, han ido aportando un alto nivel de precisión. Pero, para esta ocasión, querían ir más lejos. Para ello, lo que han hecho ha sido combinar distintos sistemas en un mismo proyecto y realizar algunos ajustes. En otros de sus relojes atómicos utilizaban átomos de cesio y, en esta ocasión, lo que han hecho ha sido cambiar por estroncio.
Además, no solo han modificado la composición, sino también la forma en la que actúa el reloj. En este caso, no han usado microondas para medir los tics del estroncio, el cual genera 429 mil millones de tics por segundo, sino que han recurrido a ondas de luz visible. La frecuencia de estas es más alta y eso ha posibilitado darle al proyecto un funcionamiento totalmente distinto.
¿Cómo lo han creado?
Dicen que los átomos de estroncio que se han reunido y condensado en un mismo lugar, están tan concentrados de una forma tan masiva, que llevan a que la precisión del conteo del tiempo se eleve de forma extrema. Así han llegado a comprobar, haciendo los cálculos y pruebas, que el único retraso que se produce es de un segundo cada 30 mil millones de años. Para que todo funcione de manera correcta, lo que ha hecho el equipo ha sido introducir los átomos en una trampa de luz que tiene una mayor suavidad y una profundidad inferior a las habituales. Esto lo han decidido con la intención de evitar los problemas que se han encontrado anteriormente con otros relojes atómicos, como que se pierda precisión debido al impacto de los átomos entre sí.
Con el rendimiento que han conseguido alcanzar, el cual ya se considera no solo un récord, sino un tope que posiblemente otros científicos no estén interesados en superar, se logra esa precisión tan extrema que impedirá que haya que ajustar el reloj hasta dentro de miles de años. Y eso es, por supuesto, en el caso de que el reloj atómico en cuestión siga existiendo. Porque teniendo en cuenta que puede durar 30 mil millones de años hasta retrasarse un segundo y que el universo todavía está por la mitad de ese periodo, es más que probable que el reloj no llegue a existir cuando llegue ese día.
En la práctica, la existencia de un reloj atómico como este puede ser muy beneficiosa para los científicos. A estos les puede dar la oportunidad de llevar a cabo trabajos de gran precisión y mejorar o desarrollar todo tipo de sistemas en los que la diferencia de un segundo pueda ser vital. Por ejemplo, podría ser realmente útil para mejorar la manera en la que funcionan los GPS. Sus creadores también dicen que la precisión es tan extrema que pueden detectar efectos de un tamaño minúsculo que no se podrían calcular de otra forma y que incluso abarcan la escala microscópica. Se trata de un gran avance en lo referente a la manera en la que entendemos el tiempo, cómo se gestiona y cómo se entienden diversos aspectos de la física que ahora, con esta herramienta, podrían llegar a explorarse más a fondo.