En los últimos años, hemos sido testigos de cómo la medicina de precisión ha logrado transformar nuestra capacidad para diagnosticar y tratar el cáncer. De hecho, la supervivencia de los pacientes oncológicos se ha duplicado en los últimos 40 años gracias a la utilización de técnicas de imagen avanzadas, fármacos innovadores como las terapias dirigidas o la inmunoterapia, y la integración de la información molecular del tumor en el abordaje holístico de la enfermedad.
En este contexto, la cirugía siempre ha sido una piedra angular en el tratamiento del cáncer, enfocada en la resección máxima del tejido tumoral con la mínima afectación a los tejidos sanos. La medicina de precisión nos está ofreciendo herramientas y técnicas mínimamente invasivas que reducen las complicaciones postoperatorias tras la intervención, y que muestran un nuevo enfoque terapéutico efectivo, menos dañino y preservando la calidad de vida del paciente.
En determinados cánceres en estadio avanzado y metastásico, actualmente podemos ofrecer intervenciones con técnicas altamente especializadas que, hace unos años, solo contaban con tratamientos paliativos. Por ejemplo, la electroporación irreversible (IRE) ha emergido como una alternativa combinada de radiología intervencionista y cirugía que aumenta la supervivencia de los pacientes con cáncer de páncreas no operable. La quimioembolización hepática ha demostrado muy buenos resultados en la reducción de tumores, principalmente en el hígado y en las metástasis hepáticas. La ablación tumoral percutánea es un procedimiento mínimamente invasivo, que presenta menos complicaciones y una recuperación más rápida en diferentes órganos, incluyendo hígado, pulmón, riñón, páncreas, hueso, partes blandas y tiroides.
En esta misma línea, la carcinomatosis peritoneal ha pasado de considerarse un estadio terminal de la enfermedad a contar con nuevas técnicas quirúrgicas y quimioterápicas que han cambiado el pronóstico de la patología, alcanzando tasas de supervivencia muy significativas. Técnicas como PIPAC (quimioterapia intraperitoneal en aerosol presurizada), cirugía de citorreducción y peritonectomía y HIPEC (quimioterapia intraperitoneal hipertérmica) por abordaje laparoscópico y abierto, o ePIPAC (que consiste en añadir una precipitación electrostática) pueden ayudar a desacelerar la progresión de la enfermedad, reducir los síntomas, prolongar la vida e incluso conseguir una resección completa del tumor. El abordaje en forma de terapia intraperitoneal personalizada de acuerdo a los resultados de exhaustivos paneles moleculares sobre las metástasis peritoneales o la generación de organoides, nos permiten testar los tratamientos con mayor probabilidad de respuesta a nivel sistémico e intraperitoneal.
Sin embargo, la implementación de estas tecnologías requiere una infraestructura avanzada, especialistas con experiencia y la formación continua del equipo multidisciplinar. El objetivo es asegurar que cada paciente tenga acceso a todas las opciones terapéuticas y quirúrgicas disponibles para su enfermedad.