Con el cambio climático, los días se nos harán más largos literalmente, no sólo en el sentido figurado. Es la principal conclusión de un estudio publicado este lunes en la revista PNAS por el equipo de Mostafa Shahvandi, de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETHZ), que concluye que la duración del día en la Tierra está aumentando a un ritmo sin precedentes, que se duplicará a finales de este siglo si no reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero.
La causa está en la redistribución de la masa provocada por el aumento del nivel del mar debido al incremento de temperaturas, lo que causó que el planeta gire más despacio y la duración del día haya pasado de aumentar entre 0,3 y 1 milisegundo por siglo antes del año 2000 a hacerlo en torno a los 1,33 milisegundos en los últimos 20 años. Si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando, advierten los investigadores, el cambio climático podría producir un aumento de 2,62 milisegundos por siglo al acercarnos a 2100, superando el efecto que tiene la fricción de las mareas de la Luna en la rotación planetaria.
Más impacto del que creemos
Si bien es cierto que 2,62 milisegundos por siglo no es algo que vayamos a notar en nuestra vida diaria, sí afectará a diferentes sistemas tecnológicos como los sistemas GPS, la medición de la hora universal coordinada y los viajes espaciales. “Aunque la rotación de la Tierra cambia muy lentamente, este efecto debe tenerse en cuenta en la navegación espacial, por ejemplo, cuando se envía una sonda espacial a otro planeta”, explica Benedikt Soja, catedrático de Geodesia Espacial en el ETHZ y autor senior del estudio. “Una pequeña desviación de tan solo un centímetro en la Tierra puede llegar a ser de cientos de metros en las enormes distancias involucradas. De lo contrario, no sería posible aterrizar en un cráter específico en Marte”, afirma.
Según los autores, estos hallazgos revelan el impacto a escala planetaria del cambio climático moderno en la Tierra. “Los seres humanos tenemos un mayor impacto en nuestro planeta del que creemos y esto, naturalmente, nos impone una gran responsabilidad por el futuro de nuestro planeta”, asegura Soja. En concreto, el cambio climático está provocando el derretimiento de las masas de hielo de Groenlandia y la Antártida y el agua de las regiones polares fluye hacia los océanos del mundo, especialmente hacia la región ecuatorial.
“Es como cuando un patinador artístico hace una pirueta, primero con los brazos pegados al cuerpo y luego estirándolos”, explica el investigador. “La rotación, que inicialmente era rápida, se vuelve más lenta porque las masas se alejan del eje de rotación, aumentando la inercia física. En física, hablamos de la ley de conservación del momento angular, y esta misma ley también rige la rotación de la Tierra. Si la Tierra gira más lentamente, los días se hacen más largos. Por lo tanto, el cambio climático también está alterando la duración del día en la Tierra, aunque solo sea mínimamente”.
Alterando el eje de rotación
Como las malas noticias nunca vienen solas, los mismos investigadores publican hace unos días otro estudio en la revista Nature Geoscience en el que muestran, a partir de los modelos, que los cambios de masa en la superficie también están modificando el eje de rotación. Esto significa que los puntos en los que el eje de rotación se encuentra con la superficie de la Tierra se mueven. El motivo es que en las profundidades del manto terrestre, donde la roca se vuelve viscosa debido a la alta presión, se producen desplazamientos durante largos períodos de tiempo. Y también hay flujos de calor en el metal líquido del núcleo exterior de la Tierra, responsables tanto de generar el campo magnético de la Tierra como de provocar cambios de masa.
El cambio climático podría estar afectando incluso a los procesos en el interior de la Tierra y tener un alcance mayor de lo que se suponía anteriormente
“Por primera vez, presentamos una explicación completa de las causas del movimiento polar de largo período”, dice Shahvandi. “En otras palabras, ahora sabemos por qué y cómo el eje de rotación de la Tierra se mueve en relación con la corteza terrestre”. Esto significa, según los investigadores, que el cambio climático está haciendo que el eje de rotación de la Tierra se mueva, y parece que la retroalimentación de la conservación del momento angular también está cambiando la dinámica del núcleo de la Tierra. “Por lo tanto, el cambio climático en curso podría incluso estar afectando a los procesos en el interior de la Tierra y tener un alcance mayor de lo que se suponía anteriormente”, sentencia Shahvandi.
Una sacudida a los relojes
El nuevo trabajo se une a otros estudios recientes, como el análisis publicado en marzo de 2024 por el geofísico de la Universidad de California San Diego (USCD) Duncan Agnew, en el que advertía de que estos cambios en la velocidad de rotación del planeta obligarán a hacer reajustes en nuestra manera de medir el tiempo y los científicos que se encargan de mantener el Tiempo Universal Coordinado (UTC) tendrán que introducir ajustes periódicos para que el tiempo medido por los relojes atómicos no se desajuste.
Para Santiago Belda, investigador distinguido en el Grupo de Geodesia y Dinámica Espacial de la Universidad de Alicante, este estudio es un gran avance porque confirma que la preocupante pérdida de hielo que están sufriendo tanto Groenlandia como la Antártida tiene un impacto directo en la duración del día, provocando que nuestros días se alarguen. “Este hecho se ha podido demostrar y cuantificar de forma rigurosa, empleando para ello multitud de observaciones geodésicas y modelos que intentan describir de manera fehaciente hacia dónde se desplaza el agua que proviene del deshielo de las zonas polares”, explica en declaraciones a SMC España.
“Este incremento de la duración del día, provocado por un descenso en la velocidad de la rotación terrestre, se está viendo acentuado en los últimos años (del año 2000 en adelante) por los efectos del cambio climático y los gases de efecto invernadero, donde el deshielo es aún mayor debido al aumento de la temperatura que está sufriendo nuestro planeta de manera alarmante”, concluye. “Esta variación en la duración del día tiene repercusiones críticas no solo en nuestra forma de medir el tiempo, sino también en el GPS y otras tecnologías que rigen nuestra vida moderna”.