La decisión de Telefónica de vender su participación mayoritaria en sus operaciones en Colombia, donde opera bajo la marca Movistar, a Millicom, el conglomerado detrás de Tigo, por US$400 millones de dólares, definirá un capitulo relevante en la historia de las telecomunicaciones en el país.
Para el conglomerado español, esta operación se enmarca en una estrategia más amplia de desinversión en América Latina, una región desafiante en términos de rentabilidad y regulación.
La transacción, anunciada oficialmente el miércoles por la noche, representa una apuesta estratégica para Millicom, que busca fortalecer su presencia en Colombia mediante la adquisición del 67,5% de Coltel, con la opción de comprar el 32,5% restante, actualmente en manos del Estado y otros inversionistas.
“Esta operación consolida nuestra presencia en Colombia y reafirma nuestro compromiso con la expansión de la conectividad y la cobertura. Con este movimiento estratégico, aceleramos la transformación digital y contribuimos activamente al crecimiento y competitividad del país”, señaló en un comunicado Marcelo Benítez, CEO de Millicom.
En el marco del acuerdo no vinculante alcanzado a mediados del año pasado, Telefónica aseveró que el mercado colombiano se caracteriza por un alto nivel de concentración, por lo que considera clave “ganar escala”.
Al completarse esta operación la marca Movistar, que le pertenece a Telefónica, desaparecería del mercado colombiano y sería absorbida por Tigo, que le pertenece a Millicom.
Esta es la segunda gran operación corporativa liderada por Marc Murtra desde que asumió la presidencia de Telefónica el pasado 18 de enero, en reemplazo de José María Álvarez-Pallete, tras concretar la venta de la filial en Argentina. A principios de este mes se conoció que la empresa había iniciado el proceso de venta de sus operaciones en México y Perú.
El proceso, sin embargo, aún está sujeto a aprobaciones regulatorias, lo que implica que todavía queda un largo camino por recorrer antes de que el traspaso sea definitivo.
“La salida de Telefónica de Colombia, a través de la venta de sus operaciones a Millicom, se enmarca en una estrategia más amplia de la compañía en Latinoamérica. Se anticipa que la consolidación de operaciones impulse la competencia y fomente la inversión en infraestructura y tecnologías como 5G”, señaló a Forbes José Ignacio Díaz, analista senior de IDC Latinoamérica.
La historia de Telefónica en Colombia se remonta a 2004, cuando ingresó al mercado móvil tras la adquisición de BellSouth. Dos años después, expandió su operación al mercado de telefonía fija con la compra de una participación mayoritaria en la entonces estatal Telecom.
Con el tiempo, Movistar se consolidó como uno de los principales operadores del país, con más de 25 millones de clientes y una red de fibra óptica que abarca 80 ciudades. La compañía cuenta con cerca de 5.000 empleados y opera unidades de negocio que, desde Colombia, atienden otros mercados. Entre ellas Telefónica Tech, que tiene en Bogotá un Centro de Operaciones Digitales, y Wayra, su plataforma de innovación abierta y corporate venture capital.
Pese a su relevancia en el sector, la realidad financiera de Telefónica en Colombia no era alentadora. En 2023, la compañía registró ingresos por $7,12 billones (en pesos colombianos), pero también una pérdida neta de $689.666 milloness. Esta situación refuerza la razón detrás de la decisión de salir del país.
Como advierte Lorenzo Villegas-Carrasquilla, socio de CMS Rodríguez-Azuero, “se reduce el número de competidores en el mercado, con lo cual los consumidores pierden una alternativa importante de servicios, así como puede darse una reducción en el largo plazo de la competencia. No obstante, esto puede fortalecer al proveedor resultante frente al competidor líder del mercado”.
El mercado colombiano de telecomunicaciones está liderado por Claro, propiedad de América Móvil. La posible consolidación de Movistar y Tigo, que ya comparten redes, podría dar lugar a un competidor más fuerte en esta disputa.
Entre los demás actores del sector se destacan Wom, con infraestructura propia; los operadores móviles virtuales; y empresas especializadas en segmentos específicos, como ETB en internet fijo y DirecTV en televisión por suscripción.
Sin embargo, la integración no será sencilla.
“No va a ser un proceso corto, va a ser relativamente largo para que se pueda completar la unión de las dos empresas en todos los aspectos. Había una operación conjunta previa en infraestructura, pero ahora hay que ver qué pasa con el espectro y con la oferta comercial”, apunta Lorena Torres, consultora senior de Bluenote Management.
Otro punto clave es la posición del Estado colombiano, que mantiene una participación del 32,5% en Coltel, la empresa que opera Movistar Colombia. Aún no se ha tomado una decisión sobre su posible venta, pero la transacción con Millicom podría reabrir el debate sobre el rol del gobierno en el sector de telecomunicaciones.
“La salida de Telefónica deja interrogantes sobre el futuro de la inversión en infraestructura clave, como la expansión de redes 5G y fibra óptica, especialmente en regiones apartadas donde la conectividad sigue siendo un reto”, comenta Ernesto Sabogal Gómez, profesor titular de la Facultad de Ingeniería de la Universidad El Bosque.
El proceso regulatorio también podría tener implicaciones de gran alcance. Carolina Munar, socia de Scola Abogados, destacó: “En el MinTIC, será necesario evaluar si la fusión provocaría un exceso respecto a los límites de espectro. La Superintendencia de Industria y Comercio examinará no solo la operación de integración en sí, sino también sus repercusiones en los mercados en los que participan ambas entidades”.
Pese a las incertidumbres, algunos observadores ven oportunidades en la integración de las operaciones de Telefónica y Millicom en Colombia.
“La combinación de ambas compañías permitirá una mayor inversión en infraestructura, impulsando el desarrollo de redes 5G y la expansión de la fibra óptica”, anota Alfonso Arango, country manager de PayJoy para Colombia.
Por su parte, Geusseppe Gonzalez, jefe para Latinoamérica de Access Partnership, agrega que “esto representa unos desafíos enormes para las autoridades ya que las políticas y regulaciones deben estar a la altura de las circunstancias, promoviendo el crecimiento de la conectividad para todos los colombianos y permitiendo que se maximice el bienestar social debido a la competencia y la inversión que traen estas empresas”.
El desenlace de esta transacción dependerá del visto bueno de las autoridades y del impacto real en el mercado.
Si bien la consolidación podría representar beneficios en términos de escala y calidad del servicio, también existe el riesgo de que una menor competencia afecte a los consumidores.
En cualquier caso, el retiro de Telefónica de Colombia marcará el fin de una era y deja el futuro del sector manos de sus competidores.