“El embarazo es una prueba de estrés fisiológico, de esfuerzo, por el que pasan las mujeres y que actúa como factor predictor de riesgo vascular futuro”, ha manifestado Eva Carmona Domínguez, matrona del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Virgen Macarena, de Sevilla, en la XX Reunión de Riesgo Vascular de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), celebrada en Málaga y uno de cuyos grandes pilares es el estudio específico de la salud cardiovascular en la mujer. De hecho, seis de las mesas se han centrado en esta temática.
Al respecto de ello, Pascual Císcar Fernández, residente de Medicina Interna de quinto año en el Hospital de la Fe, de Valencia, ha remarcado que existe una “incidencia aumentada de trastornos hipertensivos del embarazo y otros desenlaces adversos den la mujer” que, según demuestran diversos estudios, “tienen afectación cardiovascular tanto a medio como a largo plazo”.
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“Es decir, se establece un continuum cardiovascular materno en el que las alteraciones cardiovasculares que aparecen en la gestación, se mantienen después del parto y, a largo plazo, conlleva un riesgo aumentado de padecer enfermedad vascular”, ha concretado en la mesa moderada por María Abad Cardiel, facultativa de la unidad de Hipertensión arterial y Riesgo Cardiovascular del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid.
Frente a ello, la idea de introducir un ‘cuarto’ trimestre tras los tres de la pura gestiación en el tratamiento de mujeres embarazadas, busca “hacer abrir los ojos a todos los internistas y líderes en riesgo cardiovascular acerca de que las mujeres merecen un seguimiento y una atención especial en aras de disminuir la incidencia de morbimortalidad cardiovascular atribuida a casos adversos del embarazo”, según Císcar.
Hablar del cuarto trimestre del embarazo, por ende, es hacerlo de un cambio de paradigma en la asistencia a mujeres después de que den a luz. “Tradicionalmente, la visita postparto de la matrona se basaba en una revisión de los puntos o las grapas de la cesárea, en la recogida de resultados de la prueba del talón y en la comprobación del desarrollo de la lactancia. El concepto de cuarto trimestre consiste en darle importancia a la oportunidad que tenemos para reevaluar el riesgo vascular”, ha resumido Carmona.
Para Císcar, en un momento en el que la madre “centra toda su preocupación en el recién nacido”, es necesario que haya “alguien que vele por ella y que controle los factores de riesgo vascular que hayan podido aparecer o desencadenarse a raíz del proceso gestacional”.
El desafío de hacer visible la atención cardiovascular de la mujer
Pese a las evidencias científicas, los expertos aún consideran que queda mucho trabajo por hacer en torno al estudio y abordaje específico del riesgo vascular en mujeres. “Es un desafío, hace falta mucha concienciación”, ha dicho Ana Maestre Peiró, internista del Hospital Regional Universitario del Vinalopó, de Elche, en la mesa dedicada a ello y moderada por la presidenta de la SEMI, Juana Carretero Gómez.
La experta ha lamentado que las enfermedades cardiovasculares en mujeres sigan estudiándose, reconociéndose, diagnosticándose y tratándose “poco”. De hecho, ha indicado que el sexo y el género son los “principales determinantes” en la desigualdad de atención sanitaria. Para solucionarlo, “tenemos que implicar a todos los agentes: médicos, instituciones académicas, sociedades científicas y la sociedad en global, no sólo a las mujeres”, ha agregado.
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Como propuestas de mejora, precisamente se ha referido al acceso equitativo a la asistencia sanitaria como primer paso, además de al diagnóstico precoz. Para lograrlo, la base, según Maestre, es apostar por una “responsabilidad compartida” que aúne formación específica para profesionales sanitarios, pero también para pacientes, para guiar el camino hacia la “medicina de precisión por sexo y género”.
En ese sentido, Dolores López Carmona, internista del Hospital Regional Universitario de Málaga, ha lamentado que, actualmente, los especialistas del ramo basen su trabajo en escalas de riesgo en las que la mujer “no está bien representada”: “En esas guías, el riesgo vascular de la mujer ‘explosiona’ cuando llega a la octava década de vida, pero es inexistente en las siete décadas anteriores”, ha resaltado.
El hecho de que haya factores de riesgo específicos de la mujer que no se tengan en cuenta en dichas escalas provoca que “perdamos la oportunidad de trabajarlos precozmente”. Según la experta, las mujeres “tenemos arterias más pequeñas y más elásticas, y mucho más cortejo vegetativo, somos más sensibles a subidas y bajadas de tensión, y a vasodilataciones y vasoconstricciones”.
“Todo eso da lugar a una serie de síntomas que acompañan a todos los eventos cardiovasculares, es decir, son una pata fundamental sobre el tratamiento que no estamos viendo ni percibiendo”, ha sentenciado.
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