Son dos conceptos habituales en el mundo de la nutrición y del bienestar, pero a menudo se confunden. Y lo cierto es que esta confusión se da con tanta frecuencia que no es raro escuchar eso de: «Pero, ¡si cómo muy sano!, ¿Por qué no … adelgazo?». La cuestión es que, tal como precisa precisa la Dra. María Amaro, experta en nutrición y creadora del Método Amaro de pérdida de peso, «comer sano» y «comer para adelgazar» son enfoques relacionados con la alimentación y eso es lo que tienen en común, pero sus objetivos y metodologías son distintas.
Veamos con detalle cuáles son sus diferencias, conociendo antes desde dónde parten (metodología) y hacia dónde van (sus objetivos) cada uno de estos enfoques:
¿Qué es comer sano?
Su objetivo principal es mejorar la salud general y prevenir enfermedades.
La metodología de comer sano implica seguir una dieta equilibrada y variada que proporciona todos los nutrientes necesarios para mantener el cuerpo en óptimas condiciones.
Por tanto este enfoque no se centra en la pérdida de peso, sino en la promoción de la salud a largo plazo. Por eso comer sano es más que simplemente alimentarse; ya que implica adoptar un estilo de vida que promueva la salud y el bienestar a través de una alimentación equilibrada y variada. Así, estos serían los cinco componentes clave de una dieta sana:
1. Variedad de alimentos: Incluir alimentos de todos los grupos alimenticios, como frutas, verduras, proteínas magras (las proteínas son importantes para la reparación y construcción de tejidos, así como para la saciedad), granos enteros y grasas saludables. Las grasas saludables, como las que se encuentran en aguacates, frutos secos, semillas y aceite de oliva, son esenciales para la salud del corazón y el cerebro. Sin embargo, deben consumirse con moderación debido a su alto contenido calórico.
2. Control de porciones: Comer cantidades adecuadas de alimentos para satisfacer las necesidades energéticas sin excesos.
3. Nutrición balanceada: Asegurar la ingesta adecuada de vitaminas, minerales, fibra y otros nutrientes esenciales.
4. Reducción de alimentos procesados: Limitar el consumo de alimentos altos en azúcares añadidos, sodio y grasas saturadas, así como de azúcares añadidos y de alimentos altamente procesados puede ayudar a prevenir enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardíacas. Es importante leer las etiquetas de los alimentos y optar por opciones más saludables.
5. Hidratación adecuada: Beber suficiente agua y otros líquidos saludables para mantener una buena hidratación.
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Mejora la salud cardiovascular
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Fortalece el sistema inmunológico
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Promueve una digestión saludable
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Reduce el riesgo de sufrir enfermedades crónicas como la diabetes y el cáncer
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Mejora la energía y el bienestar general
Pero además, a la hora de comer sano, es importante tener en cuenta aspectos como la hidratación, la alimentación consciente, las restricciones dietéticas o alérgicas, la educación nutricional y las necesidades nutricionales individuales. Y también son útiles aspectos como la moderación y el equilibrio, la planificación y la organización de los menús y la escucha de nuestro cuerpo (para evitar el hambre emocional).
Hidratación: Bebe suficiente agua a lo largo del día. La hidratación es crucial para todas las funciones corporales.
Comer conscientemente: Practica la alimentación consciente, prestando atención a las señales de hambre y saciedad de tu cuerpo. Come despacio y disfruta cada bocado.
Restricciones dietéticas y alergias: Si tienes alergias alimentarias o restricciones dietéticas (como gluten, lactosa, etc.), asegúrate de encontrar alternativas nutritivas que se ajusten a tus necesidades.
Educación y conocimiento: Infórmate sobre nutrición y salud alimentaria. Leer etiquetas y comprender los nutrientes puede ayudarte a tomar decisiones más informadas.
Necesidades nutricionales individuales adaptadas a edades, sexo, características personales y actividad física.
– Niños y adolescentes: Requieren más calorías y nutrientes específicos para el crecimiento y el desarrollo.
– Adultos mayores: Pueden necesitar más calcio, vitamina D y fibra, y menos calorías debido a una menor actividad física.
– Atletas y deportistas: Mayor necesidad de calorías y proteínas para mantener y reparar tejido musculares, y electrolitos para la recuperación.
– Mujeres: Necesitan más hierro y ácido fólico, especialmente durante la menstruación, embarazo y lactancia.
-Hombres: Generalmente requieren más calorías y proteínas debido a una mayor mas muscular.
Moderación y equilibrio: La clave para una alimentación sana es la moderación y el equilibrio. Esto significa disfrutar de una variedad de alimentos en porciones adecuadas y evitar los excesos. No se trata de seguir una dieta estricta, sino de adoptar un estilo de vida sostenible a largo plazo.
Planificar y preparar las comidas con anticipación puede ayudar a evitar decisiones impulsivas y opciones poco saludables. Esto también puede ahorrar tiempo y dinero y facilitar el seguimiento de una alimentación equilibrada.
Información veraz: Buscar información basada en evidencia científica y evitar caer en dietas de moda o mitos alimentarios sin fundamento.
Escuchar el cuerpo: Cada persona es única y tiene diferentes necesidades nutricionales. Es importante prestar atención a las señales de hambre y saciedad del cuerpo, así como a cómo te sientes después de comer ciertos alimentos. Ajusta tu dieta según sea necesario para satisfacer tus necesidades individuales y metas de salud.
En resumen, comer sano implica adoptar un enfoque equilibrado y consciente hacia la alimentación, priorizando alimentos frescos y nutritivos mientras se disfruta de la variedad y el placer de comer.
Por último la Dra. Amaro plantea que la dieta no solo debe proporcionar los nutrientes necesarios para una buena salud, sino que también debería ser agradable, sostenible y adecuada para las necesidades individuales.
¿Qué es comer para adelgazar?
El objetivo principal es reducir el peso corporal.
La metodología de comer para adelgazar se enfoca en crear un déficit calórico, es decir, consumir menos calorías de las que el cuerpo quema para que se utilicen las reservas de grasa como fuente de energía.
Este enfoque está dirigido específicamente a la pérdida de peso y puede implicar diferentes estrategias dietéticas y estos son sus componentes clave.
1. Control calórico: Monitorear la ingesta calórica diaria para asegurarse de consumir menos calorías de las que se gastan. El déficit calórico, que se logra consumiendo menos calorías de las que el cuerpo quema en un día, obliga al cuerpo a utilizar sus reservas de grasa como fuente de energía.
2. Alimentos bajos en calorías: Optar por alimentos que proporcionan saciedad con menos calorías, como verduras, frutas, proteínas magras y productos integrales.
3. Macronutrientes específicos: Ajustar la proporción de macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas) para apoyar la pérdida de peso. Por ejemplo, algunas dietas enfatizan la alta ingesta de proteínas para promover la saciedad y preservar la masa muscular.
4. Frecuencia y tiempo de las comidas: A veces se recomienda comer con más frecuencia, pero en porciones más pequeñas.
5. Reducción de azúcares y grasas: Limitar el consumo de azúcares añadidos y grasas no saludables para reducir el aporte calórico sin sacrificar la nutrición.
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Pérdida de peso
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Mejora de la autoestima y la imagen corporal
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Reducción del riesgo de enfermedades relacionadas con la obesidad como la hipertensión y la apnea del sueño.
Pero además de valorar estos beneficios, la Dra. Amaro, incide en la importancia de evaluar los posibles perjuicios ya que las dietas para adelgazar, especialmente aquellas que son muy restrictivas o se adoptan sin supervisión médica, pueden conllevar varios riesgos para la salud.
1. Deficiencias nutricionales: O bien de vitaminas y minerales o de macronutrientes o incluso de ambos.
Vitaminas y Minerales: Las dietas restrictivas pueden llevar a una ingesta insuficiente de vitaminas y minerales esenciales, como calcio, hierro, vitamina D y vitamina B12.
Macronutrientes: Algunas dietas pueden restringir de manera excesiva carbohidratos, grasas o proteínas, lo que puede afectar el equilibrio nutricional y la energía.
2. Pérdida de masa muscular: Da lugar al consumo de proteínas insufcientes o incluso a la reducción del metabolismo basal.
Proteínas Insuficientes: Una ingesta inadecuada de proteínas puede conducir a la pérdida de masa muscular en lugar de grasa, especialmente en dietas de muy bajas calorías.
Metabolismo Basal: La pérdida de masa muscular puede reducir el metabolismo basal, haciendo más difícil mantener la pérdida de peso a largo plazo.
3. Deshidratación: Muchas dietas rápidas promueven la pérdida de peso a través de la pérdida de agua, lo que puede llevar a la deshidratación, que puede afectar al equilibrio de electrolitos, lo que puede causar problemas de salud como calambres musculares y alteraciones cardíacas.
4. Problemas digestivos: Las dietas bajas en carbohidratos o muy restrictivas en vegetales y frutas pueden llevar a un bajo consumo de fibra, causando estreñimiento y otros problemas digestivos.
Y además cambiar la dieta de manera drástica puede alterar la microbiota intestinal, provocando malestar gastrointestinal.
5. Efecto rebote: Las dietas muy restrictivas a menudo no son sostenibles a largo plazo, lo que puede llevar a recuperar el peso perdido (y a veces más) una vez que se reanuda una alimentación normal.
6. Salud mental: Pueden ser el germen de problemas de estrés y ansiedad, o incluso de trastornos de la conducta alimentaria.
Estrés y Ansiedad: La restricción severa de alimentos puede aumentar el estrés y la ansiedad en torno a la comida.
Trastornos alimentarios: Las dietas extremas pueden aumentar el riesgo de desarrollar trastornos alimentarios como anorexia, bulimia o trastorno por atracón.
7. Riesgos cardiovasculares por desequilibrio de nutrientes: Algunas dietas bajas en carbohidratos y altas en grasas saturadas pueden producir aumentar los niveles de colesterol LDL (colesterol malo) y aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas.
8. Problemas hormonales que pueden dar lugar a disfunciones o incluso afectar a la sensibilidad a la insulina.
Disfunción hormonal: Las dietas muy bajas en calorías pueden afectar la producción de hormonas tiroideas y sexuales, alterando el ciclo menstrual en mujeres y disminuyendo la testosterona en hombres.
Resistencia a la insulina: Cambios bruscos en la dieta pueden afectar la sensibilidad a la insulina y aumentar el riesgo de diabetes tipo 2.
9. Fatiga y debilidad: debida a baja energía o incluso a la anemia.
Baja energía: Las dietas de muy bajas calorías pueden causar fatiga, debilidad y una disminución general de la energía, afectando la capacidad para realizar actividades diarias.
Anemia: La falta de hierro y otros nutrientes esenciales puede llevar a la anemia, causando fatiga y debilidad adicionales.
10. Deshidratación y desequilibrio electrolítico: Las dietas que promueven la deshidratación rápida pueden causar un desequilibrio en los electrolitos, lo que puede ser peligroso para la salud cardíaca y neuromuscular.
Sin embargo lo más importante a la hora de adelgazar es, según aclara la Dra. Amaro, las siguientes premisas:
1. Ejercicio regular: La combinación de una dieta controlada con ejercicio regular puede acelerar la pérdida de peso. El ejercicio cardiovascular y el entrenamiento de fuerza son particularmente efectivos.
2. Hidratación correcta: Beber suficiente agua es crucial, ya que puede ayudar a controlar el apetito y mantener un metabolismo eficiente.
3. Control del estrés: El estrés puede llevar a comer en exceso y a antojos de alimentos no saludables. Practicar técnicas de manejo del estrés, como el yoga o la meditación, puede ser beneficioso.
4. Sueño adecuado: La falta de sueño puede afectar negativamente las hormonas del hambre, como la ghrelina y la leptina, lo que puede llevar a comer en exceso. Asegurarse de dormir lo suficiente es esencial para la pérdida de peso.
5. Realiza actividad física moderada durante al menos 30 minutos al día para mejorar los resultados de la dieta.
Igualmente y, al igual que en la fórmula anterior, la Dra. Amaro invita a tener en cuenta consideraciones especiales como la sostenibilidad, el balance nutricional, la adaptación personal; y el monitoreo y ajuste.
1. Sostenibilidad: Es crucial elegir un plan de alimentación que sea sostenible a largo plazo. Las dietas extremadamente restrictivas pueden ser efectivas a corto plazo, pero difíciles de mantener y pueden producir carencias nutricionales, efectos rebotes, trastornos de la conducta alimentaria….
2. Balance nutricional: Asegurarse de que la dieta elegida no solo permita un déficit calórico, sino que también proporcione todos los nutrientes esenciales para evitar deficiencias.
3. Adaptación personal: Cada persona es diferente, por lo que es importante adaptar la dieta a las necesidades y preferencias individuales. Consultar con médico especialista puede ayudar a personalizar el plan.
4. Monitoreo y ajuste: Regularmente monitorear el progreso y hacer ajustes según sea necesario puede ayudar a mantenerse en el camino correcto hacia la pérdida de peso.
En definitiva, comer para adelgazar requiere una combinación de déficit calórico, elección de alimentos adecuados y estrategias de apoyo como el ejercicio y la hidratación.
Cuatro diferencias entre comer sano y comer para adelazar
1. Enfoque y objetivo:
Comer sano se enfoca en la salud global y el bienestar.
Comer para adelgazar se centra en la reducción de peso corporal.
2. Flexibilidad y restricciones:
Comer sano es más flexible y menos restrictivo, promoviendo una variedad equilibrada de alimentos.
Comer para adelgazar puede implicar restricciones calóricas y alimenticias más estrictas.
3. Sostenibilidad a largo plazo:
Comer sano es más sostenible a largo plazo, ya que no se basa en restricciones severas.
Comer para adelgazar, si no se maneja adecuadamente, puede llevar a deficiencias nutricionales y no ser sostenible a largo plazo.
4. Impacto en la salud:
Comer sano mejora la salud general y previene enfermedades.
Comer para adelgazar puede mejorar ciertos aspectos de la salud a corto plazo, pero si se hace de manera inadecuada, puede tener efectos negativos.