La princesa de Gales ha confirmado que estará este sábado junto a los reyes Carlos III y Camilla y su familia tanto en el carruaje oficial como en el balcón del palacio de Buckingham, durante la celebración del Trooping the Colour, el desfile militar con que se celebra oficialmente cada año el aniversario del monarca británico. La traducción del nombre, “desfilando los colores”, hace referencia al color del estandarte con que se presenta cada regimiento. Suele celebarse en un sábado de junio, y no concide con la fecha exacta del cumpleaños del soberano (14 de noviembre, en el caso de Carlos de Inglaterra). Tradicionalmente, la reina Isabel II —y posteriormente su hijo― presidían a caballo un desfile que recorre los cientos de metros del Mall, la avenida que conecta el palacio con Trafalgar Square. En los últimos años, la reina optó por el coche de caballos. En esta ocasión, Carlos III, todavía bajo los efectos del tratamiento de su propio cáncer, también escogerá esa opción.
“Su Majestad está encantado de que la princesa de Gales pueda asistir a los actos de mañana [por el sábado], y está deseando participar en toda la ceremonia”, decía un portavoz del palacio de Buckingham a los pocos minutos de que Middleton publicara la foto y el anuncio de su mejoría.
La ceremonia concluye con el clásico saludo de los miembros de la familia real desde el balcón de palacio. El año pasado acompañaron a Carlos III y a su esposa Camilla los príncipes de Gales, Guillermo y Kate, sus tres hijos, Jorge, Carlota y Luis, así como los hermanos del monarca, la princesa real Ana y el príncipe Eduardo.
El regreso de Kate
“Confiamos en que entendáis que, como familia, necesitamos ahora algo de tiempo, espacio y privacidad mientras completo mi tratamiento. Mi trabajo me ha proporcionado siempre un gran gozo, y espero volver a la tarea cuando sea capaz. Pero, de momento, debo concentrarme en lograr una recuperación plena”, solicitaba entonces Middleton en un vídeo publicado por el palacio de Kensington en el que aparecía tranquila y resuelta, pero con aspecto pálido. Su tono de voz era la mejor demostración de la angustia de aquel momento.
Su esposo y heredero al trono, Guillermo de Inglaterra, ha mantenido durante todo este tiempo una actividad con intensidad redoblada, para cubrir los huecos del monarca y de la propia Kate, uno de los miembros de la casa real que tenía una agenda más profusa.
La noticia de su enfermedad agravaba la percepción general de los británicos sobre la fortaleza de su casa real. Carlos III, de 75 años, acababa de anunciar poco antes que también él padecía cáncer y debía someterse a tratamiento. El monarca se alejó de la actividad pública presencial, pero mantuvo una constante imagen de actividad a través de fotos, videos y mensajes grabados o escritos. Su intención en todo momento fue la de seguir al frente de las “tareas de Estado”, como el intercambio habitual de información con el primer ministro o el despacho de todos los documentos oficiales que cada día llegaban a su despacho.
El 30 de abril, casi tres meses después de tratamiento, acudió acompañado de la reina consorte Camilla al centro oncológico Macmillan Cancer Centre de Londres, en su primer acto público. El rey charló con pacientes e investigadores y escuchó atentamente sus explicaciones.
Los médicos que tratan al monarca mostraron el optimismo suficiente sobre su recuperación como para dar luz verde a la reanudación de su actividad pública, aunque el tratamiento, del que nunca se ha aclarado si se trata de quimioterapia, radioterapia o inmunoterapia, seguirá adelante.
Con información de El País