Al límite. Así terminó Cristiano Ronaldo el partido. Cuando el árbitro del encuentro pitó el final de los 90 minutos reglamentarios, el corazón de CR7 superaba los 170 latidos por minuto. Una estadística que concuerda con el esfuerzo que realizó el luso durante la eliminatoria y con las emociones tan intensas que estaba viviendo tras fallar ese penalti frente a Oblak.
Desde ese momento, las pulsaciones del ‘bicho’ comienzan a caer hasta tocar fondo en el momento que le toca lanzar la pena máxima. En ese instante que al jugador del Al-Nassr le toca disparar el penalti, la montaña rusa de emociones vuelve a iniciarse. Tras anotar el penalti de la ‘redención’, los latidos vuelven a subir y tras ese aumento el corazón de Cristiano vuelve a relajarse.
Una ‘calma’ irregular
Tras ese instante, los latidos de Ronaldo son irregulares, coincidiendo con los goles de sus compañeros y las paradas de Diogo Costa, pero sin embargo, aún faltaba la ‘traca’ final. Es en el momento en el que Portugal anota el penalti que significaba el pase a cuartos de final cuando su corazón late con una intensidad que no sufría desde el final de los 90 minutos, volviendo a sobrepasar los 170 latidos por minutos.
Este dato de la victoria nos permite entrever la culpabilidad que sentía Cristiano tras fallar el penalti. Además de la responsabilidad que se quitó de encima tras anotar su penalti en la tanda y después de que Portugal consiguiese esta victoria decisiva que le deja un paso más cerca de conquistar su segunda Eurocopa.