Volvió a salir el sol en Silverstone: Hamilton ganó de nuevo una carrera memorable de cabo a rabo marcada por la lluvia intermitente, la batalla implacable entre británicos (y compañeros) y la furia del siete veces campeón cuando las nubes azotaban con más fuerza. Pudo ser el día de Russell, poleman, pero todos le volvieron a pasar cuando el asfalto se complicó y luego abandonó por avería. Pudo ser el día de Norris, pero el último tercio de carrera de Sir Lewis ahogó las esperanzas del niño prodigio de McLaren. Y pudo ser el día de Piastri, que habría aguado la fiesta nacional, pero los turnos de parada resultaron cruciales conforme la pista se mojaba o secaba. Así que, ante 160.000 puristas del automovilismo, Hamilton cruzó primero la bandera a cuadros en el jardín de su casa para escuchar el ‘God save the king’ en su honor. Él es el rey. Verstappen, siempre a un nivel superlativo, le birló la segunda posición a Norris. Sainz firmó un gran quinto.
Desde el principio. En la salida, Russell defendió fácil el interior y mantuvo el liderato sobre su compañero. Norris (4º) perdió una plaza con Verstappen (3º) por trazar mal camino de la primera frenada fuerte. No hubo grandes aspavientos. Todos los ojos se iban entonces al cielo: se esperaba una lluvia fina durante diez minutos y otra más acentuada hacia la mitad de la carrera. Se cumplió. En ese paréntesis con el asfalto mojado, pero no lo suficiente como para cambiar a gomas intermedias, Hamilton inició la caza a Russell y le pasó sin grandes dificultades. Después llegarían Norris y Piastri, aviones en condiciones mixtas. Por detrás se acercaban Verstappen y un fiero Carlos (llegó a recortar seis segundos en pocas vueltas).
Con el firme ya muy complicado, los dos McLaren se comieron a los Mercedes. Tanto que llegaron a abrir hueco, con Lando delante de Oscar. El australiano empezaba a presionar… justo cuando llegó la hora de montar neumático intermedio. Pararon Norris, Hamilton y Russell, se quedó una vuelta más Piastri. Mala decisión: la pista se complicó tan rápido que perdió todas sus opciones de triunfo y de podio. Mercedes clavó un digno doble ‘pit-stop’. La carrera estaba viva.
Pero el adelantamiento no llegaría en la pista. Después de apenas diez vueltas se despejaba el cielo y se secaba la pista a toda velocidad. La presión de Hamilton a Norris empezaba a ser constante. En cada vuelta le recortaba décimas importantes. En la vuelta 38 (de 52) paró Lewis. Norris lo hizo en la 39. Demasiado tarde, perdió la posición por algo más de un segundo. Aunque tenía más ritmo, ya no llegaría a acercarse al Mercedes y no solo eso: la presión de Verstappen con un neumático duro (por el blando de Lando) le valió al campeón para ser segundo. Aunque la historia esta vez la escribió otro piloto que estaba delante: Hamilton volvió a ganar más de dos años después de Arabia Saudí 2021. Llegó la ansiada 104ª, la ¿última? en Mercedes antes de irse a Ferrari. Lloró en la vuelta de honor frente una afición entregada. Saltó al verde con la bandera en mano para terminar de reventar un domingo histórico en casa. Y, ya de paso, recordó por qué las leyendas están hechas de otra pasta mientras hay otros tipos con talento que todavía tienen que comer en la mesa de los niños.
Quinto de Sainz y octavo de Alonso
No muy lejos, Sainz cuajó un gran quinto puesto con el punto de la vuelta rápida al final (hicieron una parada de más). Carlos tuvo muy buenos minutos en condiciones mixtas, pero en seco puro y mojado puro, el Ferrari lucía su falta de prestaciones con respecto a los rivales directos. Aun así había que hacerlo bien, Leclerc no lo hizo. Le colocaron unos intermedios demasiado pronto y terminó doblado, 14º, cada vez más lejos de una lucha por el título que posiblemente nunca integró, pero que ahora ve desde la distancia. Alonso fue octavo, también progresó conforme el asfalto repelía a los coches, pero paró una vuelta más tarde que Stroll (7º) y regaló demasiado tiempo que sería muy difícil recuperar. El resultado es bueno para Aston Martin, solo se coló un enorme Hulkenberg (6º) entre los grandes y el icono British green. Aunque el icono, el héroe, el ídolo de masas estaba abrazado a sus padres, llorando como el niño que un día soñó con ganar en Silverstone y luego lo consiguió nueve veces.