Más de 60 bancos estadounidenses se encuentran al borde del colapso y, por tanto, fueron incluidos en la lista de entidades financieras que ameritan especial atención por parte de las autoridades de ese país.
De acuerdo con la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC), la “Lista de Bancos Problemáticos” creció varios puntos desde el año pasado, tras pasar de 52 bancos a finales del 2023, a un total de 63 en el primer trimestre del 2024.
En esa lista destacan los bancos que presentan debilidades financieras, operativas y de gestión. En general, cuando una entidad bancaria es incluida en este listado, es un indicio claro de que esa institución está al borde del colapso. Ello, debido a que presenta dificultades que podrían poner en riesgo la seguridad de los depósitos de los clientes.
Aunque la FDIC de Estados Unidos no identificó a ninguno de los más de 60 “bancos problemáticos”, sí indicó que creció el total de activos en manos de ellos. En detalle, estas instituciones tienen, al primer trimestre de 2024, USD 82.100 millones bajo gestión. Eso es un aumento de más de 400% en términos trimestrales.
Estos bancos tiene ahora más de medio billón de dólares en pérdidas apuntado en sus balances, debido en gran parte a la exposición al mercado inmobiliario residencial.
Las pérdidas no realizadas representan la diferencia entre el precio que los bancos pagaron por los valores y el valor de mercado actual de esos activos.
Como quiera que sea, el incremento de los bancos al borde del colapso en Estados Unidos despierta los temores entre los clientes e inversionistas. Esto, ya que el sector bancario de esa nación “sigue enfrentándose a importantes riesgos derivados de los efectos continuos de la inflación”, según la FDIC.
Aunque va más allá, pues también tienen influencia la volatilidad de los tipos de interés, así como la incertidumbre geopolítica. Factores que, según la FDIC, “podrían causar problemas de calidad crediticia, ganancias y liquidez” para la industria bancaria estadounidense.
Recordando la crisis de 2023
El aumento de los bancos al borde del colapso en Estados Unidos recuerda la crisis bancaria vivida el año pasado, cuando grandes instituciones financieras se declararon en quiebra, sacudiendo los cimientos del sistema financiero estadounidense.
Como fue reportado por CriptoNoticias, en 2023 se gestó un efecto dominó en distintos bancos, siendo el Silicon Valley Bank (SVB) el Génesis de esa crisis. Esa institución anunció su cierre en marzo de 2023. Fue la segunda mayor quiebra bancaria en la historia del país desde la crisis financiera del 2008.
Luego de SVB, se registró el cierre de Silvergate Bank, Signature Bank y First Republic Bank, grandes entidades financieras estadounidenses que, vale decir, guardaron relación con el ecosistema emergente de las criptomonedas.
Ahora, la caída de estas instituciones financieras se debió a distintos factores, entre ellos, las decisiones económicas que tomaron la Reserva Federal (FED) y el Departamento del Tesoro. Más precisamente, las ayudas inyectadas por el gobierno cuando la pandemia del COVID-19 y el consiguiente aumento de las tasas de interés, elemento que jugó un rol importante en la crisis bancaria del 2023.
En marzo de 2020, los tipos de interés se mantuvieron en 0%. Pero producto de la intervención del gobierno estadounidense, estos indicadores pasaron a más de 5% en cuestión de 24 meses, tal como lo muestra la gráfica a continuación de datosmacro.com.
Ahora bien, la alerta de la FDCI sobre los más de 60 “bancos problemáticos” operando en Estados Unidos, se conoce antes de que se la FED tome una nueva decisión sobre las tasas de interés.
Está previsto que el 12 de junio el presidente de la FED, Jerome Powell, publique los nuevos ajustes a las tasas de interés. Actualmente, estas se mantienen en un rango de 5,25% – 5,50%.
Si aumentan los tipos de interés, los bancos recibirán un impacto traducido en mayor volatilidad de mercado, menor incentivo para los préstamos y afectación en la rentabilidad. Además de un mayor nerviosismo en el mercado ante un posible colapso del sistema bancario.
Y si bajan los tipos de interés, aunque sería un alivio para los bancos y los inversionistas, se propiciaría el escenario perfecto para que la inflación, que cerró abril de 2024 en 2,7%, incremente y, en consecuencia, atente contra el poder adquisitivo de los estadounidenses.
Bitcoin, el banco anticolapsos del sistema financiero tradicional
En medio de las alertas por más bancos estadounidenses al borde del colapso, bitcoin (BTC) refuerza su talante como una alternativa ante la posible quiebra de entidades financieras.
Si bien el precio del activo ha demostrado ser susceptible a las decisiones macroeconómicas de EE. UU., como el aumento o disminución de los tipos de interés o la inflación; BTC es un activo que se ha mantenido incólume incluso cuando la banca estadounidense se ha sacudido.
Una muestra de ello es que, ahora mismo, cuando la FDIC alerta de más bancos en posible riesgo de quiebra, bitcoin se pasea por encima de los USD 70.000 por cada moneda. Y apuntando a seguir subiendo, influenciado por la creciente demanda institucional por los ETF al contado en EE. UU., Hong Kong y Australia.
Pero más allá del precio, BTC demuestra que es mejor a las entidades financieras porque, a diferencia de los bancos, no está, ni puede estar, en riesgo de colapso.
Es momento de recordar que Bitcoin se creó como respuesta directa a la Gran Crisis Financiera de 2008. Durante ese período durante muchas personas quedaron en la ruina producto del colapso del sistema financiero.
A partir de entonces dejar de confiar en las instituciones centralizadas es parte del mensaje que Satoshi Nakamoto envió al mundo cuando se pregonó la creación de Bitcoin. Y junto con ello, se promovió la idea de que la mejor opción para protegerse de colapsos financieros, es una red o sistema descentralizado que funciona como un banco personal, sin necesidad de que terceros lo validen o respalden.
Ante la dependencia de los bancos tradicionales a las políticas monetarias de un gobierno o Estado, surge BTC como una alternativa en la que, independientemente de las decisiones gubernamentales, se mantiene como protocolo monetario indetenible e inconfiscable.