La Fundación Tovar es un ejemplo para la difusión del artista que ha motivado su creación. Podríamos decir también que es un modelo, pero en arte no existen paradigmas, las formas y estructuras no conocen definiciones restrictivas.
Los objetivos son los que cuentan. Y no hay una institución que, en tan poco tiempo, haya obtenido resultados similares.
Cuánto disfrutamos recordando la estupenda retrospectiva de Iván Tovar en el Museo de Arte Moderno, el programa de animación y sobre todo -tal vez- el maravilloso taller ofrecido a incontables niños regocijados… Luego, la magnífica exposición inmersiva ha fascinado a millares de espectadores, que, más allá de nuestro surrealista mayor, descubrieron el encanto del arte a través de un arte singular… No olvidemos la muestra de asombrosos bocetos “instintivos” e imágenes distribuidas en el ámbito urbano.
Adrede, no nos referimos a la proyección internacional – que, increíblemente, captó el “don” del joven dominicano casi a su llegada a París-, que pese a su retorno al lar natal no desapareció, que ahora va a florecer otra vez en el exterior, como nadie entre los artistas dominicanos lo ha logrado.
Puede leer: Las escandalosas cifras de la boda del hijo de Mukesh Ambani, el hombre más rico de Asia
Y una conmemoración clave favorece ese auge de Iván Tovar: el Centenario del Manifiesto del Surrealismo: en 1924, André Breton lanzó al mundo una nueva dimensión del arte.
Celebrando este aniversario, el museo nuestro, más identificado con la historia del arte nacional, el Museo Bellapart, presenta a Iván Tovar con pinturas y esculturas que lo distinguen, pero entre varios surrealistas -Fernández Granell el primero- que manifestaron esa creatividad distante de la tradición, en todas sus obras o muy parcialmente.
Y la grata sorpresa ha sido que, en el Museo Bellapart,- ¡no había un mejor lugar! -, la Fundación Tovar ha organizado un conversatorio, con la participación de miembros de la fundación y de expertos en arte público. Y, elemento fundamental en todo acto cultural, asistió un público muy numeroso y diversificado.
“Tovar: infinito, a un siglo del surrealismo»
De la Fundación Tovar, podríamos decir que presidieron el acto la vicepresidenta María Castillo, con su consabida elocuencia, el secretario general Héctor José Rizek -por cierto muy buen exponente-, y la investigadora Lilian Carrasco, co-organizadora, la cual hizo una presentación construida, clara y sustancial.
Aparte de María Castillo, como moderadora, los panelistas eran representantes del arte público, cada uno en su especialidad, con una experiencia cimera, a la vez colectiva e individual.
Kilia Llano, consagrada artista visual en distintas categorías, demostró tanto su sensibilidad como la energía de un talento polifacético.
Ian Víctor, destacado representante de la Escuela de Arte de Chavón, se impone como entusiasta gestor e impulsor del arte urbano.
Rafael de los Santos, creativo publicitario, nos está deleitando con sus esperadas caricaturas, familiares, incisivas y tiernas, en el Diario Libre.
Omar García no solamente proyecta su talento como organizador de campañas, sino sus dotes de ilustrador impactante para marcas conocidas.
Cada uno, con naturalidad y buen humor, comunicó momentos y movimientos de su carrera, con sus particularidades.
Ojalá ellos puedan aplicar sus prácticas y habilidades a “Tovar infinito”. ¡Un modo de autodescubrimiento!
El Arte Público e Iván Tovar
Personalmente, tenemos pasión por el Arte Público, muy necesario, que, como me decía un artista, es aquí casi un desierto…
Cabezas de militares, deficientes reproducciones de próceres en resina, ocasional estatua de pelotero, entre otros artefactos, hacen que las tradicionales esculturas ecuestres parecen obras maestras.
No faltan murales, cada vez más frecuentes, pero con irregular valor estético y poca imaginación.
Hubo exposiciones memorables en rejas, pero deberían multiplicarse en varios parques y provincias, tener rigor representativo y conservar las estructuras.
Ahora bien, se diseña un movimiento, en provincia sobre todo, con las esculturas monumentales de Raúl Morilla e Iris Pérez, en tiempos anteriores Johnny Bonnelly, y el colectivo magistral de la 27 de febrero, en parte deteriorado…
Respecto a los paneles, son mera publicidad -a menudo banal- y retratos de políticos “embellecidos” en busca de votos…,
Que los cuadros de Iván Tovar tengan un sitial sería formidable, sobre todo que en su caso no se plantea el derecho de autor… con la familia. Los transeúntes y los “motorizados” verán imágenes de cuadros contundentes y tampoco sobraría alguna explicación, pues la visión surrealista de Iván Tovar… amerita una introducción para el contemplador corriente.
Coda
Esta última observación nos hace pensar que presentar maestros del arte dominicano moderno significaría una “marca país”, bienvenida, ¡hasta para el turista!
Mientras tanto, el proyecto “Tovar infinito” sería un gran avance, y ojalá los panelistas, especialistas en arte público, se animen a participar, a apoyarlo con sus aportes y supervisión.
Anhelamos que el conversatorio de la Fundación Tovar ilumine el futuro del arte público dominicano. ¡A Iván, sin dudas, le hubiera interesado!