El aumento de temperaturas asociadas al cambio climático conlleva un agravamiento de los pacientes que sufren de algunas enfermedades de carácter respiratorio e infeccioso. Por ello, la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) observa que los Servicios de Medicina Intensiva se deben adaptar a estas nuevas circunstancias.
Los golpes de calor más graves que requieren ingreso en UCI se acompañan de
alteraciones neurológicas y fallos multiorgánicos, de ahí su elevada mortalidad. EPA/Alessandro Di Marco
El aumento de temperaturas en España ha alargado los veranos en casi cinco semanas, expandiendo el clima de tipo semiárido e incrementando las olas de calor, cada vez mas frecuentes, largas e intensas como consecuencia del cambio climático, cuyos efectos ha observado la SEMICYUC en pacientes graves.
Durante el Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias, celebrado recientemente en Barcelona, se expuso el aumento de la incidencia de los golpes de calor e infecciones.
Por ello, desde SEMICUYC demandan una adaptación de los Servicios de Medicina Intensiva a las nuevas necesidades.
“La Medicina Intensiva es una actividad indispensable para mantener la salud de la población, como se puso en valor durante la pandemia del COVID-19. Los profesionales de las UCI somos conscientes de cómo los cambios en el medio ambiente están variando la práctica clínica; y también de que nuestra propia actividad, aunque indispensable, debe realizarse dentro de unos estándares medioambientales óptimos”, apunta Ricard Ferrer, jefe del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
Nuevo perfil de las infecciones
Las infecciones asociadas al aumento de temperaturas fueron expuestas en dicho congreso, donde el doctor Antoni Trilla, epidemiólogo y catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Barcelona señaló que las enfermedades transmitidas por pequeños organismos y por el agua se contagian con mayor facilidad.
Entre estas patologías se incluyen la malaria, la fiebre del Nilo Occidental, el dengue, el chikungunya o la criptosporidiosis.
“Son todas conocidas y están presentes en otras latitudes. Actualmente, la mayoría de los casos que tratamos en Europa son importadas por viajeros; pero, si se dan las condiciones climáticas, podemos empezar a ver casos autóctonos e incluso epidemias, que serían localizadas y limitadas. Lo hemos podido ver en Italia con el chikungunya”, añadió el epidemiólogo.
“Lo más importante es conocer estas entidades, pensar en ellas no ya como casos importados, sino como posibles casos autóctonos, y establecer rápidamente el diagnóstico de sospecha y las medidas de prevención pertinentes en cada caso”, indicó el doctor Trilla.
Golpes de calor
Además de las infecciones, en el Congreso Nacional se expusieron los golpes de calor que pueden llegar a requerir ingreso en la UCI.
Para atender a este tipo de pacientes, los intensivistas se centran en conseguir bajar la temperatura corporal a través de la inmersión en agua fría y la vaporización de agua fría.
“Es una emergencia médica con una mortalidad elevada, que puede oscilar entre el 5 y el 50 %. Se caracteriza por una temperatura corporal mayor a 40,5 °C, alteraciones neurológicas y fallo multiorgánico. El diagnóstico puede incluir alteraciones neurológicas graves y la afectación de varios órganos. Esta gravedad obliga a ingresar en una UCI para su tratamiento”, apunta el doctor Eduard Argudo, intensivista del Hospital Vall d’Hebron.
Asimismo es importante dar soporte a los órganos que fallan mediante intubación, conexión a ventilación mecánica invasiva, fármacos vasoactivos y terapias de reemplazo renal, explica el doctor Argudo.
El cambio climático también afecta al transporte de pacientes críticos. Las temperaturas extremas pueden repercutir modificando su temperatura corporal así como sobre algunos aparatos o dispositivos.
“Los enfermos que requieren oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO), por ejemplo, suelen tener mayor riesgo de exposición a la temperatura exterior, por lo que su temperatura corporal puede variar con facilidad si no contamos con dispositivos de control. Para minimizar este riesgo, debemos contar con vehículos climatizados, siendo esto generalmente sencillo por tierra (en ambulancia) pero más
complejo por aire, pues no todas las aeronaves cuentan con aire acondicionado. Además, el calor extremo también limita la operatividad de los helicópteros”, explica el doctor Argudo.
Minimizar la huella de carbono
El cambio climático preocupa a los Servicios de Medicina Intensiva en el plano asistencial y organizativo. Intensivistas de toda Europa están encabezando un movimiento por la llamada “UCI verde“, que aboga por un reajuste de la huella de carbono de los servicios.
Ricard Ferrer insiste en que se debe trabajar en la reducción del volumen de residuos, especialmente de material de un solo uso buscando proveedores que utilicen material reciclado y minimicen el empaquetado de sus productos.
Los intensivistas han planteado medidas como adecuar la temperatura de las UCI y utilizar el equipamiento de forma eficiente para reducir el consumo energético. También proponen reducir el consumo de agua al estrictamente necesario.
“El lavado de manos quirúrgico, la higiene de los pacientes y otras intervenciones pueden realizarse perfectamente con menores consumos”, añadió el jefe de Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Vall d´Hebron.
“Lógicamente, estas intervenciones deben alinearse y coordinarse con las que realicen el resto de
servicios del hospital y requieren la implicación de los Servicios Generales para realizar determinados
cambios, como por ejemplo la instalación de grifos y luces con sensores de movimiento, termostatos…”,
indica el doctor Ferrer.
Respecto al transporte, el doctor Argudo considera que hay margen de mejora para reducir la huella de carbono. Un ejemplo de progreso en las infraestructuras es el uso de vehículos más eficientes, con menor consumo, y la correcta elección del medio de transporte para cada traslado. El intensivista también propone invertir en tecnologías como la telemedicina que permite ahorrar traslados innecesarios y por lo tanto, reducir la huella de carbono.