Cuatro y media de la tarde en Buenos Aires. Nueve y media del otro lado del océano. Madrid respira verano. En la casa de la médica psiquiatra Marian Rojas Estapé (40), una de las escritoras de habla hispana más leídas del momento, cuatro niños de entre 3 y 9 años esperan que su mamá les lea un cuento y les dé el beso de las buenas noches para poder dormir tranquilos.
Marian terminó su jornada laboral y está cansada, pero necesita cumplir con el “ritual amoroso” más importante de su agenda diaria para sentirse en paz. Dos de sus niños necesitan un beso más.
Ella, la que acercó el distante lenguaje de la salud mental a la gente, la que habla de hormonas que nos pueden llevar al cielo o al infierno, la que llena recintos cada vez que da conferencias, la de los millones de seguidores en todas las plataformas, no puede negarse. Se disculpa. Quiere cumplir con todo.
Va y vuelve volando al zoom abierto para la entrevista. “Ahora sí. Los niños se quedaron con mi marido (el abogado Jesús Martínez Cortés)”, explica. “Tengo muchísima suerte de que sea mi compañero. De mis pequeños, ¡¿qué te puedo decir?! Me excede. Muero de amor por ellos”, comparte.
Con una camisa blanca pintada con corazones rojos, la autora de Cómo hacer que te pasen cosas buenas (2018), Encuentra tu persona vitamina (2021) y Recupera tu mente, reconquista tu vida (2024), no necesita escudos protectores ni posturas premeditadas. La pantalla del celular oscila a la par de sus movimientos. Le cuesta quedarse quieta. Se desparrama en un sillón. Vuelve a empezar. “No soy nada fría. Soy muy sentimental. Tiendo a poner pocos límites en lo que siento. Me conecto mucho con las personas. Todo me llega”, confiesa.
La huella de esa “conexión emocional” quedó grabada en su paso por nuestro país para presentar Recupera tu mente, reconquista tu vida (Editorial Planeta) en la Feria del Libro 2024. Tras cinco horas abrazando lectores en la firma de ejemplares, Rojas Estapé fue recibida por un auditorio fanático al hueso.
Abrazar ocho segundos durante ocho veces al día eleva la oxitocina, baja el estrés y eleva el estado de bienestar.
“Me emocioné mucho. Abracé a todo aquél o aquélla que me quiso abrazar. Había estado con mi padre hace muchos años en Buenos Aires. Al regresar a España, le dije a mi marido: ‘Tenemos que volver a la Argentina’”, señala Rojás Estapé, cuyos estudios sobre el cerebro, la corteza prefrontal y el cortisol (la hormona del estrés), la dopamina (la hormona del placer) y la oxitocina (la hormona del amor, la empatía y los abrazos) revolucionaron el campo de la salud mental.
Se hace camino al andar
Rojas Estapé se graduó en la Universidad de Navarra. De abuelo y padre adelantados en el campo de la salud mental, su historia tuvo un punto de inflexión, ya recibida de médica y antes de dedicarse de lleno a la psiquiatría. Amante de los proyectos solidarios, trabajó en Phnom Pehn, la capital de Camboya, con niños de un basurero y les dio herramientas educativas para salir adelante.
También, en el país del sudeste asiático, ayudó a niñas de prostíbulos que habían sido vendidas a redes de tráfico sexual desde pequeñas. Más tarde, dio clases en un colegio de un barrio marginal del Bronx, Nueva York. Estas experiencias despertaron su pasión por la psiquiatría. Su cabeza y su corazón habían encontrado un norte.
Hoy trabaja en el Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas Rojas Estapé, de Madrid. Allí, dice, su principal motor es indagar y estudiar para “llegar al fondo de la mente humana”. Se especializa en el tratamiento de la ansiedad, la depresión, los trastornos de personalidad y de conducta, las enfermedades somáticas y los traumas.
Cree profundamente que existe un vínculo medular entre la medicina, la mente y las emociones. Que este tridente es el puente para alcanzar el equilibrio psicológico y emocional.
Se detiene también en las que llama personas “vitamina” (las que nos valoran, nos hacen sentir queridos y acompañados y nos sacan del estado de tristeza), en la educación de los hijos, en el uso excesivo de las pantallas y en el mundo afectivo sexual. El manejo del estrés, el optimismo, la búsqueda de la felicidad y el bienestar son sus grandes temas, y en ellos entran a tallar hormonas como la dopamina, la oxitocina y el cortisol.
Nos convertimos en una sociedad adicta al placer instantáneo.
Las máximas de Rojás Estapé
* “Abrazar ocho segundos durante ocho veces al día eleva la oxitocina, baja el estrés y eleva el estado de bienestar”.
* “Vivimos intoxicados de cortisol, la hormona del estrés. Esa intoxicación impacta directamente en la corteza prefrontal del cerebro, que es la que me ayuda a prestar atención. Si se bloquea, no pienso de forma adecuada, no me concentro. No puedo planificar y posponer la recompensa”.
* “Estamos intoxicados de dopamina, la hormona del placer. Es fundamental que el placer exista. Pero el sistema de recompensa se vio jaqueado por las drogas o elementos con potencial adictivo. Históricamente, las drogas entraban al organismo por vena, nariz o boca y ahora entran también por los ojos mediante la pornografía, los videojuegos, Instagram y TikTok”.
* “Nos convertimos en una sociedad adicta al placer instantáneo”.
* “El ser humano está diseñado para frenar, no para vivir en el hiperactivismo. Cuando uno no hace nada físicamente surge la voz interior. Hay que ser capaz de gestionar un momento de descanso”.
Rojas Estapé repite a menudo estas frases. Son el refugio de sus seguidores para encontrar respuestas a sus preguntas vitales.
Soy consciente de que todo lo que estudio no puedo implementarlo en mi vida familiar e interpersonal.
Rojas Estapé, íntima
-Soy una médica apasionada por su profesión. Me encantan la mente y el corazón. Trabajo todos los días con mis pacientes y estoy muy cerca de mi familia. Cuido mucho de los míos, me desvivo por ellos. Soy una mujer que sufre, llora, se emociona y que, en un momento, abre como una ventanita al mundo exterior donde cuenta lo que va descubriendo. Siento que digo cosas que le hacen bien a la gente. Pero me ocurrió algo que me sobrepasó, aunque lo vivo como si no me estuviera pasando a mí. Por eso, siempre vuelvo a ese rinconcito mío donde soy una persona muy normal, con una vida muy normal, con hobbies muy normales y con una enorme sencillez. Mi vida es muy sencilla. Esa soy yo.
-Cuando decís que algo te sobrepasó, ¿te referís a las millones de personas que te leen y te siguen o escuchan en todas las plataformas y las conferencias que das por el mundo?
-Sí, te aseguro que no lo buscaba. Escribí un libro de apoyo para mis conferencias. Tenía mis pacientes. Viví la emoción máxima de ser la hija de mi padre, uno de los psiquiatras de referencia en el mundo hispano (Enrique Rojas Montes). Ir a sitios en donde la gente quería saludarlo y hablar con él. Se emocionaban porque era su hija. Ahora noto que la gente busca algo similar en mí y me abruma. Mi padre no contaba con las redes sociales, solo con los medios tradicionales. Hoy las redes viralizan todo. De hecho, mi libro ¿Cómo hacer que te pasen cosas buenas? salió en un momento personal muy complicado en el que había tenido un bebé y otro hijo se había accidentado. No hice casi promoción del libro salvo una entrevista en un medio español. Alguien la descargó y la viralizó por WhatsApp.
-De repente, me vi envuelta en un maremágnum. Me llamaban, querían conocerme y entrevistarme. No entendía nada. De a poco, fui ordenándome hasta que llegó la pandemia. Fue un momento de avidez, de búsqueda, de conocimiento y de emociones. En ese tiempo, se buscaban personas que tuvieran herramientas para afrontar el miedo, la incertidumbre, los traumas, las heridas, la ansiedad, la depresión… Que tuvieran tips para encontrar paz y seguridad. Ahí fue cuando llegó mi mensaje. Hoy, para mí es un gusto que las personas se sientan aliviadas después de escucharme. Que digan: “Ahora entiendo lo que me pasa… Ahora entiendo por qué me pasa”.
-Uno de tus libros que rompió récords fue Encuentra tu persona vitamina. ¿Quiénes son tus personas vitamina?
–Mi marido es una de mis personas vitamina. Me saqué la lotería con él. Es alegre, tiene una mente fácil, entiende las cosas, me apoya… También lo son mis hijos, mis grandes maestros. Aprendo mucho con ellos. Son vitamina para el alma y agote para el cuerpo. Me paso el día jugando al fútbol, subiéndome a los árboles, dedicada a lo que ellos quieren. Además, tengo un hermano (Enrique) que está en el cielo y no me suelta la mano, y tres hermanas (Cristina, Almudena e Isabel) que son vitamina total para mí. Mis amigos y mis amigas lo son también, desde luego, pero el núcleo es mi familia. Es el sentido de mi vida.
-¿Cómo complementás todas tus versiones? ¿Cómo es un día de tu vida?
-Soy una persona normal. Mi marido trabaja fuera de Madrid así que cuando me levanto, él ya se fue. Despierto a los niños. Los visto, les doy el desayuno. Los llevo al colegio y me voy a trabajar. Me meto en la consulta con pacientes, menos los lunes que estudio o doy alguna conferencia. Cerca de las 6 de la tarde termino y busco a mis hijos a fútbol, al kinder y así. Volvemos a casa, hacemos los deberes, hablo con ellos, cenan, se duchan, les leo un cuento -dos de ellos están aprendiendo a leer- y les doy el beso de las buenas noches. Me gusta conectar con los cuatro pero todo no se puede. Después, ceno a solas con mi marido. Charlamos, vemos algo de noticias o alguna serie y me voy a dormir.
-Los estudios sobre las hormonas y su influencia son tus pilares en el mundo de la psiquiatría. ¿Cómo impactan positiva y negativamente el cortisol, la oxitocina y la dopamina en vos?
-Pienso mucho las cosas y, a su vez, soy muy sensible. Capto y me emociono. Es muy difícil enfadarme. Me enfadan situaciones externas. Sufro mucho con las injusticias, la pobreza, los temas sociales y políticos. A veces no veo las noticias por protección, para evitar subidas de cortisol. No soporto que traten mal a la gente vulnerable. Soy incapaz de ver ese tipo de maltrato sin intervenir. Me gusta el mundo solidario. Me altera no dormir. A veces los niños se enferman o hay una noche que me tengo que quedar trabajando y me sienta fatal. Me cambia el carácter. Estoy más impaciente, más sensible. La oxitocina me sube con los abrazos. Soy súper abrazona. Me chifla abrazar. Me da igual a quién y cómo. Descubrí en mis experiencias en Camboya, en el Bronx y trabajando en temas solidarios que el contacto físico es algo especial para mí. A mis hijos los tengo desgastados. Claro, tengo mis vías de escape. Me encantan las liquidaciones. Soy muy de las terceras liquidaciones, las últimas. Me encanta comer. Me cuido, pero soy muy comilona. Mi gran pasión es el chocolate. Todo el día pienso qué chocolate me voy a comer a la noche. Es mi rato dopaminérgico. Soy poco adictiva pero mi dopamina viene por ahí.
Cuanto mejor nos llevamos con el dolor en la vida corriente, mejor gestionamos el placer.
-Hablás mucho de la adicción a las pantallas, de cómo pueden invadirnos la vida, dominarnos y ser una fuente de insatisfacción. ¿Cómo hacés con tus hijos?
-Soy consciente de que todo lo que estudio no puedo implementarlo en mi vida familiar e interpersonal. Hay cosas en las que sí tengo línea roja, como por ejemplo las pantallas. Mis hijos no usan celular ni tablet. Conseguí que les que vaya gustando la lectura, los deportes y la conversación. Desde el primer momento intenté evitar que su vía de escape y relajación fuera la pantalla. Sé que es un esfuerzo sobrehumano porque requiere que sea yo quien los calme, pero en eso soy inflexible. Cuando uso el móvil les explico: “Estoy terminando la compra”, “estoy mandando una receta médica”, para que sepan por qué lo hago. Yo no uso Instagram, TikTok ni ninguna red social. Mis redes no las manejo yo. Lo máximo que hago es mandar audios. En otras cosas, hago lo que puedo.
-¿Qué impresión te llevaste de Buenos Aires?
-Me quedé muy sorprendida y emocionada. Iba a una tienda, a un supermercado, a la firma de libros y todo el mundo me decía: “Estoy realizando esta terapia”. Cada cual me contaba su terapia y todas eran distintas. Algunas, incluso, no las conocía. Ya me lo había dicho mi padre: en la Argentina hay más teorías de las que tú y yo conocemos. Eso me impactó. Con qué facilidad hablan de salud mental, de terapia, de trauma en tu país. Durante mucho tiempo, en España luché por quitar el estigma de la salud mental. En mi país, el que va a terapia no lo dice. Eso en la Argentina no pasa. Eso me gustó mucho. También, sabiendo que los últimos años no fueron fáciles, me parecieron personas muy luchadoras. Hay un gran deseo de salir.
-¿Cuáles son tus cables a tierra?
-Tengo muchos cables a tierra. Me encanta la familia, la lectura, el deporte, la naturaleza, meditar, rezar. No tengo mar cerca, pero me fascina. Me gustan la montaña y la nieve. Los fines de semana hacemos excursiones al campo con los niños y con mi marido. Esa es mi pasión. Mis grandes momentos son en familia.
-No lo llevo. Es un detox digital total. Si lo llevo en la mochila, es solo por si nos perdemos, se nos pincha una rueda o situaciones similares.
-Leí que te gusta mucho el fútbol…
-¡Sí! Juego al fútbol desde pequeña. En casa somos muy futboleros. De hecho, cuando me di cuenta de que esta entrevista la había agendado en paralelo con un partido de España por la Eurocopa mandé a reprogramarla. Mi casa es de puertas abiertas y en los partidos importantes somos como 20 personas. Iba a ser imposible hablar.
-Desde que te escuché por primera vez, quiero hacerte esta pregunta. ¿Qué hay en tu mirada?
-Me impacta que me digas esto. Personas que me quieren mucho me lo han dicho. No tengo una clara respuesta. Sí sé que soy una persona de mucha conexión con lo trascendente. Desde que mi hermano y mi mejor amiga murieron, siento que hay que buscar algo más allá, que no todo es en dos dimensiones. Tal vez sea que me encanta lo que hago y vibro por la mirada.
-Por último, ¿cuánto le debe la Marian de hoy a aquella jovencita que fue a Camboya para luchar contra la pobreza y la explotación sexual infantil?
-Recuerdo a la niña de 18 años que, a los seis meses de estudiar Medicina, fue a su casa a decirle a su padre: “Papá, en la universidad hablan mucho de las enfermedades pero nadie habla de la salud mental. Al terminar la carrera quiero hacer prevención en salud mental”. A los 8 años, me llamaban “Antoñita la fantástica” (un personaje infantil muy famoso en España), porque siempre me pasaban cosas extraordinarias. En Camboya viví una confluencia de factores: la niña con ilusión, la médica recién licenciada y deseosa de ayudar. Sabía que lo que estaba viviendo iba a impactar el resto de mi vida y abriría una puerta grande de oportunidades para compartir, para contar, para buscar. Sigo siendo esa niña que busca ayudar y luchar contra las injusticias.
-Pero uno le huye al dolor…
-El ser humano tiene que perder el miedo al sufrimiento de los que sufren. Vivimos con pánico a sufrir. Cuanto mejor nos llevamos con el dolor en la vida corriente, mejor gestionamos el placer.
Después de una hora de entrevista, Marian agradece y envía un abrazo virtual. La espera su marido. Los niños duermen. “Me voy a cenar”, se despide afectuosamente. Omnipresente, Madrid ilumina la velada. En Buenos Aires, empieza a caer el sol. De un lado y del otro del océano, las hormonas parecen alinearse en una sintonía plena. La felicidad ganó un instante y una certeza: a través de la mirada puede verse el alma.
Diez tips de Rojas Estapé
1) “Los pensamientos positivos tienen impacto en nuestro cerebro. Que tu voz interior te ayude para apoyarte, no para anularte.”
2) “Mi mente y mi cuerpo no distinguen entre una amenaza real y una imaginaria. El 90 por ciento de lo que nos preocupa, jamás sucede.”
3) “La actitud previa a cualquier situación determina el resultado.”
4) “El perfeccionismo es una gran fuente de insatisfacción: nos enferma.”
5) “Aprender a aburrirse puede ser una gran herramienta para mejorar las capacidades cognitivas.”
6) “El mejor antídoto al sufrimiento es el amor.”
7) “Las personas vitamina son aquellas que están ahí cuando abrís tu corazón y les contás tus tristezas y preocupaciones. Las tóxicas son vampiros emocionales. Chupan tu emoción y te enferman.”
8) “El porno es el culto a lo inmediato. Si se ve en forma frecuente, influye en cómo uno se enamora y vive su sexualidad.”
9) “El deporte es una de las principales rutinas vitamínicas. El cerebro libera más dopamina y aparecen la satisfacción, el placer y las ganas de seguir practicándolo.”
10) “Tenemos que dominar las pantallas y no que ellas nos dominen. Si no aparece la soledad, la ansiedad, la frustración… Estar siempre conectados nos debilita.”