En 1969, Mao Tse Tung creó el programa secreto 523: había que encontrar un nuevo remedio para frenar la ola de malaria que ya devastaba el vecino Vietnam.
La doctora Tu Youyou decidió buscar una solución en la antigua sabiduría. Repasó 2000 recetas de medicina china tradicional y analizó la eficacia de 380 extractos de plantas que allí figuraban. Las probó con animales afectados de paludismo y descubrió la efectividad de la artemisina, un compuesto extraído al cocer plantas de ajenjo chino (Artemisia annua).
Encontró su pista en un texto del año 340. La doctora Youyou hizo mejoras con la técnica y fue la primera en ingerirlo para comprobar su efectividad. Fue un éxito total. La artemisina ha ayudado a reducir un 20 por ciento la mortalidad de la malaria en adultos y un 30 por ciento en niños. Solo en África el hallazgo de Youyou salva cien mil vidas al año. Y a ella le supuso nada menos que el Premio Nobel de Medicina de 2015.
El feliz descubrimiento de Youyou avivó el viejo debate sobre la medicina china tradicional. Su aplicación milenaria en el moderno Occidente está revestida de polémica: hay partidarios, detractores, charlatanes, médicos que la practican, intrusismo y mucho desconocimiento en torno a esta filosofía curativa ancestral. Para empezar, muchos ignoran que no es solo china: se practica en muchos países de Asia.
Sí es cierto que nació en China. Hay evidencias arqueológicas que demuestran que ya se practicaba allí hace 5000 años. Es una disciplina que sostiene que el cuerpo vive en equilibro (entre el yin y el yang) cuando está sano. Su motor es el chi, la energía vital. La enfermedad llega cuando el equilibrio desaparece. Hay que intentar restablecerlo a través de cuatro campos principales: la fitoterapia (tratamientos con hierbas y plantas medicinales), la acupuntura (aplicación de agujas en determinados puntos del cuerpo), el tui na (masaje sobre los puntos de la acupuntura) y el chi kung (ejercicios respiratorios).
En la universidad
«En Occidente, una de cada cuatro personas ha utilizado alguna vez una de las modalidades de la medicina china tradicional», dice Francesc Cardellach, exdecano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, sede –junto con la Pompeu Fabra– del primer máster oficial sobre este antiguo saber. Formaba parte de un proyecto del Gobierno de Pekín y la Generalitat, que contemplaba también una clínica, el cultivo y la distribución de plantas medicinales y un equipo de investigación para validar la práctica de esta medicina milenaria.
Los cuatro pilares de la medicina china
‘Tui na’
Es el masaje terapéutico chino. Consiste en aplicar presión con los dedos –sobre todo el pulgar– en los puntos y meridianos de la acupuntura. Es una de las terapias más antiguas de la humanidad: hay manuales de la época de la dinastía Qin (siglo III antes de Cristo). En China se utiliza en varias especialidades médicas, como traumatología, ginecología, pediatría…
‘Chi Kung’
Se trabaja la energía del cuerpo a través de técnicas respiratorias, gimnasia y concentración. Su propósito es hacer circular la energía vital y equilibrar el cuerpo, la respiración y la mente. Se practica en el budismo, el taoísmo y las artes marciales. Se está abriendo camino en Occidente: cada vez lo utilizan más los entrenadores deportivos y fisioterapeutas.
Ha sido la primera vez que se estudió la fitoterapia de manera oficial. Es un campo espinoso: «Las plantas medicinales se venden como complemento alimentario. La Ley del Medicamento impide que se vendan como medicinas porque no hay evidencias científicas. La fitoterapia no está reconocida de manera global», explica León Siboni Gabay, expresidente de la Comisión de Médicos Acupuntores del Colegio de Médicos de Madrid.
Intrusión
No son medicinas y, por lo tanto, no están sujetos al férreo control de los medicamentos. La acupuntura, sin embargo, sí tiene reconocimiento. Los acupuntores están implicados en los colegios profesionales e incluso la Organización Mundial de la Salud ha dictado un código deontológico para practicarla. Pero hay un gran problema: la intrusión. «Yo soy licenciado en Medicina y realicé un máster de tres años en acupuntura, y como yo hay muchos otros. Pero también abundan los que abren un chiringuito, ponen un cartel y empiezan a trabajar. Es un disparate», alerta el doctor Siboni Gabay. «Lo pueden hacer porque en España la acupuntura se considera una actividad parasanitaria. Es un descontrol», añade. Lo mismo pasa con las hierbas, «no sufren el mismo registro que un producto farmacológico, no les exigen ensayos clínicos», advierte Siboni Gabay.
“Hoy, hay muchos que abren un chiringuito y empiezan a trabajar. Es un descontrol”, alerta León Siboni Gabay, de la Comisión de Acupuntores del Colegio de Médicos de Madrid
Ha habido fraudes: en Australia han detectado productos con etiquetas en las que figuran ingredientes que no contiene el envase o con productos prohibidos, como pelo de oso asiático, del antílope saiga, de hueso de tigre o de cuerno de rinoceronte, sustancias prohibidas para proteger especies que precisamente están en peligro de extinción porque con ellos se elaboran preparados medicinales. Eso no detiene la incursión de la medicina china tradicional en Occidente: en Alemania, un 89 por ciento de la población la ha probado en alguna de sus vertientes; y allí, como en Francia, Bélgica, Gran Bretaña y Suiza, la sanidad pública ya incluye la acupuntura.
En España se puede recibir tratamiento con acupuntura en los servicios de fisioterapia y rehabilitación de algunos hospitales, pero es así gracias a acuerdos puntuales entre los centros y los acupuntores. También hay pacientes oncológicos que recurren a ella: «Las plantas medicinales ayudan a reducir los efectos secundarios de la quimioterapia», afirma el doctor Fritz Friedl, médico generalista y especialista en medicina china tradicional.
Si va a un médico de esta especialidad, no se asuste si se siente muy observado y le pide que enseñe la lengua; se diagnostica a través de la observación, el pulso y la lengua: es un mapa del interior del cuerpo, revela el estado de la persona, igual que la cara. Delata los desequilibrios entre el yin y el yang.
Hierbas y plantas para sentirse mejor
La medicina china tradicional sostiene que el cuerpo sano vive en equilibrio entre el yin y el yang y su motor es el ‘chi’, la energía vital. Enfermamos cuando ese equilibrio desaparece
1. Brotes de cártamo: también conocido como ‘azafrán salvaje’. Ayuda a combatir los estancamientos energéticos.
2. Raíz de Dang Shein: el llamado ‘ginseng de los pobres’, refuerza la energía vital chi.
3. Brotes de madreselva rosa y magnolia: (de izquierda a derecha). La madreselva y la magnolia están indicadas para la fiebre, las infecciones y el catarro. A la rosa se la considera una llave para abrir el alma.
4. Agujas chinas: se clavan en los canales energéticos. La aguja está hecha de acero quirúrgico. El mango tiene un baño de plata.
5. Hojas de morera: se emplean contra la tos y para lo que en la medicina china tradicional se conoce como ‘resfriados con sensación de calor’.
6. Jengibre: el todoterreno de la medicina tradicional china. Es eficaz para muchos problemas, desde las digestiones pesadas hasta los constipados.
7. El ‘mai dong’: se emplea sobre todo contra la tos seca
8. Bayas de goji: fortalecen el yin y son buenas para los ojos. También son muy apreciadas como remedio antienvejecimiento.