Dicen que a la tercera va la vencida. Al menos eso espera Boeing, que intentará por tercera vez el lanzamiento de la primera prueba tripulada de su nave Starliner, que aspira a ser el nuevo ‘taxi espacial’ de los astronautas de la NASA a la … Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) y hacer la competencia a la Crew Dragon, de SpaceX, que lleva operando al laboratorio orbital desde 2020. Pero antes tendrá que pasar la prueba de fuego de transportar a los primeros astronautas para demostrar que, efectivamente, el vehículo está listo para viajar al espacio.
El camino hasta aquí ha sido largo: después de que la NASA firmase un acuerdo con Boeing en 2014 por un valor de 4.200 millones de dólares (algo más de 3.900 millones de euros) para que la compañía aeroespacial creara la Starliner -el doble de lo que le otorgó a SpaceX, segunda adjudicataria del contrato, y en la que la agencia espacial estadounidense invirtió 2.600 millones de dólares, unos 2.400 millones de euros-, la nave solo se ha probado dos veces. La primera, en 2019, no consiguió su objetivo, que era llegar a la ISS. La segunda, en 2022, sí que alcanzó la estación espacial como estaba previsto, pero no portaba tripulación.
Después, los retrasos no han hecho más que acumularse hasta que, por fin, el pasado 5 de mayo se llevaba a cabo el primer intento, que finalmente se abortaba por un problema con el cohete Atlas V, de United Launch Alliance (ULA), encargado de alzar la cápsula hasta la ISS. Mientras se llevaban a cabo las revisiones pertinentes, se observó otro escape en la propia nave espacial, lo que retrasó hasta el pasado sábado 1 de junio el segundo intento. Tampoco hubo éxito: cuatro minutos antes del despegue, un problema con el cohete de ULA canceló automáticamente la cuenta regresiva.
El de este miércoles será, por tanto, el tercer intento de Boeing por llevar a cabo la prueba que será crucial para que la compañía pueda empezar a operar vuelos a la ISS, algo que tiene previsto, si todo sale según lo planeado, a partir de 2025.
El viaje
Durante el vuelo, se probará el modo manual, acción que realizarán los astronautas de la NASA Butch Wilmore y Suni Williams, ambos expilotos de pruebas de la Marina de los EE. UU., con el objetivo de ver cómo reacciona la nave cuando se le ‘despista’ de sus coordenadas y si puede guiarse aunque los sistemas de navegación fallen. Además, realizarán comprobaciones de aviónica y de los propulsores.
Cuando llegue a la ISS -el atraque está previsto para el jueves día 6 de junio a las 6.15 de la tarde, hora española-, Starliner está diseñada para acoplarse de forma autónoma, pero Williams y Wilmore también están capacitados para hacerse cargo manualmente si fuera necesario. Además, probarán el cierre y apertura de escotillas. El segundo día, y tras haber descargado los datos a la ISS, la nave entrará en modo ‘inactivo’, lo que significa que se apagarán los ordenadores auxiliares mientras que los equipos esenciales como luces, pantallas y ventilación funcionarán según sea necesario.
Después, se llevará a cabo una práctica de ‘refugio seguro’: la tripulación de Starliner realizará un simulacro de viaje de emergencia, incluyendo un encendido de motores. Esta prueba es necesaria de cara a situaciones de emergencia en la ISS (como, por ejemplo, por riesgo de colisión con un meteorito o un incendio). Dado que las tripulaciones operativas tendrían cuatro astronautas y no dos, Wilmore y Williams pedirán ‘prestados’ a dos miembros de la tripulación de la ISS para que se unan a ellos.
Un día después, la tripulación encenderá completamente la Starliner y se asegurará de que el equipo funcione. A partir de ahí, el plan de la misión puede cambiar dependiendo de cuánto tiempo permanezca la nave atracada en la estación.
La vuelta a casa
Si bien la tripulación podría volver en un semana aproximadamente desde el atraque, días adicionales en la misión les permitirían retomar las tareas de la ISS para ayudar a la tripulación principal y tomarse un tiempo adicional para descansar antes de la siguiente ‘prueba de fuego’: el aterrizaje. El desacoplamiento se programará para 6,5 horas antes de tocar Tierra.
A diferencia de una misión normal, la tripulación tomará brevemente el control manual durante el vuelo de crucero de regreso a casa para continuar con las pruebas. Los astronautas evaluarán cómo se desempeña la nave en operaciones manuales y cómo se compara con los simuladores en los que practicaron procedimientos antes del lanzamiento.
Después de un par de órbitas alrededor de la Tierra, la tripulación finalmente ejecutará una salida de órbita sobre el Océano Pacífico. La zona de aterrizaje principal de Starliner es White Sands Missile Range en Nuevo México, con dos áreas de respaldo disponibles: Willcox Playa al este de Tucson, Arizona y Dugway Proving Ground al oeste de Salt Lake City.