Después de casi dos décadas de desarrollo y numerosos retrasos, el rover europeo Rosalind Franklin estaba listo para despegar rumbo hacia Marte en septiembre de 2022 a bordo de la misión ExoMars 2022. Lamentablemente, la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de ese año descarriló esos planes, pues poco después la Agencia Espacial Europea (ESA) cortó todas las relaciones con Roscosmos. Rusia contribuía a la misión con elementos claves como el lanzador Protón-M y la plataforma de descenso Kazachok, construida por la empresa rusa NPO Lávochkin. El rover Rosalind Franklin, un proyecto principalmente británico, se quedaba en tierra. ¿Para siempre?

Eso parecía, pero poco a poco la ESA está intentando darle una tercera vida a Rosalind Franklin. Y decimos tercera porque recordemos que el programa ExoMars nació primero como una cooperación entre la NASA y la ESA, pero la agencia espacial estadounidense decidió retirarse del proyecto por, entre otros factores, el excesivo protagonismo de Europa en la iniciativa. La ESA se vio forzada a buscar una alternativa a la NASA y la encontró en Rusia. Fruto de esa colaboración se lanzó la sonda ExoMars TGO (Trace Gas Orbiter) o ExoMars 2016. El rover debía haber despegado en 2018, pero se retrasó a 2020 y, finalmente, a 2022 (las ventanas de lanzamiento a Marte son cada dos años más o menos). Con tan mala fortuna que la guerra se interpuso en su camino ese año a pocos meses del despegue.

Como vimos el año pasado, la ESA está decidida a lanzar el rover Rosalind Franklin en 2028, por lo que ahora la misión se conoce como ExoMars 2028. El 9 de abril de 2024 Thales Alenia se convirtió en el nuevo contratista principal de la misión al ganar un contrato por valor de de 522 millones de euros para conseguir que el vehículo europeo llegase a Marte. Y justo ayer 28 de marzo la ESA y Thales seleccionaron a Airbus para desarrollar y construir la plataforma de aterrizaje que sustituirá a la Kazachok rusa. El valor del contrato de Airbus es de 194 millones de euros. Recordemos que la filial de Airbus Defence and Space en Reino Unido fue en su momento la encargada de la construcción de Rosalind Franklin, por lo que la misión consolida su naturaleza eminentemente británica.

Para sorpresa de nadie, el diseño de la nueva plataforma de aterrizaje de Airbus es idéntico a la Kazachok de NPO Lávochkin y hasta incluye las mismas dos rampas desplegables para asegurar el acceso a la superficie de Rosalind Franklin. Contará además con cuatro propulsores principales para frenar el descenso. Por otro lado, el 16 de mayo de 2024 NASA y ESA firmaron un memorándum de entendimiento para permitir la colaboración de Estados Unidos en el proyecto, una vez más. La contribución de la NASA no es, por el momento, muy grande, y no lo será teniendo en cuenta que la agencia norteamericana se halla inmersa en un grave problema tratando de sacar adelante la misión de retorno de muestras MSR. Sin embargo, aunque no sea una gran aportación económica, sí lo es en términos de su importancia. Y es que la EE. UU. contribuirá con calefactores RHU a base de plutonio-238, una tecnología de la que carece la ESA y que debía suministrar Rusia. Aunque Rosalind Franklin generará electricidad mediante energía solar, los calefactores facilitarán enormemente que pueda sobrevivir a la gélida noche marciana. Sin los RHU de Pu-238, ni Spirit ni Opportunity habrían aguantado tantos años funcionando en Marte.


Además de los RHU, la NASA se ha comprometido a suministrar el lanzador —seguramente un Falcon 9—, instrumentación científica y propulsores de empuje variable para la plataforma de aterrizaje. El proyecto de cooperación entre ambas agencias se ha bautizado como ROSA (ROsalind Franklin Support & Augmentation). El objetivo es lanzar la sonda entre septiembre y diciembre de 2028 desde Florida de cara a un aterrizaje en la región de Oxia Planum (18,20° norte, 335,45° este) en 2030. La ESA está contemplando dos perfiles de misión, uno, el prioritario, con un tiempo de vuelo de 25 o 26 meses para un lanzamiento entre septiembre y octubre de 2028, y otro de 19 meses que incluye sobrevuelos de Marte si el despegue se retrasa a diciembre de ese año (las dos son trayectorias de larga duración con el fin de evitar la temporada de tormentas de polvo marcianas). En cuanto al nombre de la misión, por el momento se prefiere la denominación ExoMars Rosalind Franklin o ExoMars a secas en vez de ExoMars 2028.


El rover cuenta con varios instrumentos, como el radar WISDOM, las cámaras panorámicas PanCam o la cámara-lupa CLUPI (Close-UP Imager). También dispone del espectrómetro RLS (Raman Laser Spectrometer), con participación del INTA español, que el año pasado fue retirado para sustituir ciertos elementos y evitar que se degrade después de tanto tiempo en tierra. Pero sobre todo, Rosalind Franklin es una misión tremendamente interesante porque cuenta con un taladro capaz de alcanzar 2 metros de profundidad, donde las posibles sustancias orgánicas no han sido modificadas por la radiación del viento solar y los rayos cósmicos. Hasta la fecha, todos los rovers marcianos se han limitado a excavar hasta pocos centímetros de profundidad. Rosalind Franklin debía ser la primera misión con un taladro para recoger muestras profundas, aunque ahora despegará el mismo año en el que debe ser lanzada la misión china de retorno de muestras marciana Tianwen 3, formada por dos sondas separadas, y una de ellas también llevará un taladro para excavar a más de un metro de profundidad. Y eso si no vuelve a retrasarse. ¿Volará Rosalind Franklin finalmente en 2028 o habrá que esperar más?

