En los próximos años, la ciencia enfrentará un desafío sin precedentes cuando tres satélites de la NASA, conocidos como Terra, Aqua y Aura, dejen de funcionar. Estas plataformas espaciales, que han sobrepasado su expectativa de vida útil al servir por más de dos décadas, son cruciales para monitorear diversos aspectos del planeta, desde el clima hasta el seguimiento de desastres naturales como incendios forestales y derrames de petróleo.
Según The New York Times, la preocupación principal radica en que, una vez desconectados, la humanidad perderá capacidades esenciales de observación de la Tierra, especialmente en áreas críticas como la estratosfera, el hogar de la capa de ozono.
La estratosfera, una región donde el ozono y otros gases interactúan, es una de las áreas más afectadas. Ross J. Salawitch, científico atmosférico de la Universidad de Maryland, explicó al Times que, sin el instrumento de sondeo de la extremidad de microondas a bordo de Aura, la capacidad de los astrónomos en tierra para entender estos procesos se reducirá significativamente, afectando la comprensión sobre cómo las actividades humanas y los fenómenos naturales como los incendios y las erupciones volcánicas impactan la capa de ozono.
La transición hacia la inoperancia de estos satélites también complicará el estudio del cambio climático. Investigadores como la doctora Liz Moyer, de la Universidad de Chicago, subrayan la dificultad adicional para observar nubes altas y finas que juegan un papel crucial en el calentamiento global. “Es difícil construir instrumentos que funcionen allí, difícil hacer mediciones, difícil conseguir aviones que vayan allí”, y añadió: “Parece que vamos a dejar de observar esa parte de la atmósfera, y precisamente en un momento en que está cambiando”.
Además, las mediciones de la cantidad de radiación solar que la Tierra recibe, absorbe y refleja, vitales para entender el clima, serán menos fiables. Norman G. Loeb, científico de la NASA, destacó por su parte, la preocupante reducción en la capacidad de medición de estos balances debido al final programado de Terra y Aqua y la limitada expectativa de vida de las misiones sustitutas.
Jack Kaye, director asociado de investigación en la División de Ciencias de la Tierra de la NASA, argumenta que, pese a estas preocupaciones, otros instrumentos en satélites más nuevos y estaciones terrestres proporcionarán “una ventana bastante buena a lo que está haciendo la atmósfera”. No obstante, la necesidad de una continuidad sin interrupciones en la observación del planeta resalta la importancia de desarrollar nuevas tecnologías y plataformas espaciales.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) y la NASA trabajan en alternativas como instrumentos más ligeros y económicos. Pero Loeb recuerda que para confiar en estas nuevas mediciones, es crucial comenzar a utilizarlas antes de que los actuales satélites dejen de funcionar, para poder comparar y calibrar adecuadamente los datos.
Waleed Abdalati, ex científico jefe de la NASA y ahora en la Universidad de Colorado Boulder, resumió el sentimiento general: “Gracias a una mezcla de excelente ingeniería y una tremenda dosis de suerte, las hemos tenido durante 20 años”, dijo, “Nos hemos enganchado a estos satélites. Somos víctimas de nuestro propio éxito”, dijo el Dr. Abdalati. “Eventualmente”, añadió, “la suerte se acaba”.
Los satélites Terra, Aqua y Aura son parte de la misión de la NASA para estudiar la atmósfera, la tierra y los océanos de la Tierra. Lanzado el 18 de diciembre de 1999, Terra fue el primero de estos satélites en ser puesto en órbita. Su objetivo es obtener información sobre la atmósfera, la superficie terrestre y los procesos de radiación solar. Terra está equipado con cinco instrumentos que le permiten monitorear la superficie de la Tierra, mapear el calor de la superficie y medir el balance entre la radiación entrante y saliente.
Aqua, lanzado el 4 de mayo de 2002, se enfoca en el agua en todas sus formas: en la Tierra, en la atmósfera y cayendo como lluvia. Esta misión está diseñada para recopilar datos sobre la evaporación y el ciclo del agua, la humedad del suelo y la convección en la atmósfera. Aqua porta seis instrumentos diferentes que ayudan en la observación de estos procesos y contribuyen a estudios relacionados con los cambios climáticos y el mejoramiento de la predicción meteorológica.
Aura, el tercero de estos satélites, fue lanzado el 15 de julio de 2004 y está dedicado al estudio de la atmósfera terrestre. Su misión es mejorar la comprensión sobre la calidad del aire y el cambio climático, monitoreando la composición de la atmósfera terrestre. Los instrumentos a bordo de Aura están diseñados para observar los gases traza atmosféricos, la química de la ozonosfera, y las propiedades de las partículas en la atmósfera.
Estos satélites trabajan de manera cooperativa, aportando datos valiosos para comprender mejor y proteger nuestro planeta. Cada uno juega un rol específico en la monitorización de diferentes aspectos del sistema terrestre, ofreciendo una visión integral del estado de la atmósfera, los océanos y la superficie terrestre.