Más de uno cortocircuita cuando descubre que la celebérrima Teoría del Big Bang —la más ampliamente aceptada por la comunidad científica internacional para explicar el origen del universo— no sólo no es anticristiana —como algunos, incomprensiblemente, sostienen— sino que fue formulada por un sacerdote y científico del siglo XX. El repetido mantra de que ciencia y fe son incompatibles e incluso contradictorias se viene abajo cuando se le confronta con datos históricos y objetivos.
El filósofo y teólogo laico mexicano Andrés Piña acaba de publicar en sus redes sociales un listado de nada menos que 15 sacerdotes que, a la vez, destacaron en el campo de la ciencia. Son los siguientes:
Georges Lemaître
El belga Georges Lemaître
«La ciencia me dice cómo empezó todo; mi fe, por qué». De este modo epigramático resumía Georges Lemaître —un sacerdote católico belga, matemático, astrónomo y profesor de física en la sección francesa de la Universidad Católica de Lovaina— la conciliación entre ambas disciplinas. Cuando publicó su Teoría del Big Bang (que él llamó «hipótesis del átomo primigenio» o el «huevo cósmico») el propio Albert Einstein despreció la propuesta, simplemente porque procedía de un religioso. Más tarde, el físico alemán tuvo que reconocer que, incluso los genios, se pueden dejar llevar por los prejuicios, y aceptó la tesis de su colega.
Nicolás Copérnico
El polaco-prusiano Nicolás Copérnico
La principal aportación a la ciencia de este matemático, astrónomo y canónigo católico fue confirmar «que no era la Tierra el centro del Universo, sino que ésta giraba junto a otros planetas alrededor del sol», explica Piña. «Afirmaba que descifrar el cosmos era como leer el manual de Dios», añade.
Gregor Mendel
Gregor Mendel
Nacido en la actual República Checa, el monje agustino y biólogo Gregor Mendel desarrolló las famosas tres leyes de la genética, conocidas como las Leyes de Mendel. El conocido como «padre de la genética» «veía en sus experimentos las reglas que Dios puso en la vida». «Sembraba plantas, amaba la botánica y el arte de crear compuestos naturales, pero sobre todo disfrutaba de orar mientras hacía ciencia», señala Piña.
Roger Bacon
«Para muchos es el padre del método científico», destaca el filósofo y teólogo mexicano. Roger Bacon fue un filósofo, científico y teólogo escolástico inglés, de la orden franciscana, conocido por el sobrenombre de Doctor Mirabilis (Doctor Admirable). Estaba convencido de que «experimentar era conocer las obras de Dios». «La fe le guiaba; la razón le llevaba lejos», observa Piña.
San Alberto Magno
San Alberto Magno, retratado por Pedro Berruguete
Conocido como Doctor universalis y Doctor expertus , San Alberto Magno fue un fraile dominico y obispo alemán nacido en 1200, además de un destacado teólogo, geógrafo, filósofo y químico. «Cada elemento que descubro es un pedazo del rompecabezas de Dios», solía repetir. Fue maestro de Santo Tomás de Aquino.
Pierre Gassendi
Sacerdote, filósofo, astrónomo y matemático francés del siglo XVII que destacó como el gran restaurador del atomismo, la corriente filosófica y científica surgida en la antigua Grecia que se refería a las partículas diminutas en movimiento. «Los átomos bailan porque Dios les dio el ritmo», describió gráficamente. «Observó planetas con telescopios caseros y escribió tratados para unir ciencia y teología», recuerda Peña.
Ruđer Josip Bošković
Dos billetes croatas con la imagen de Ruđer Josip Bošković
Ruđer Josip Bošković fue un físico, astrónomo, matemático, filósofo, poeta y jesuita de la República de Ragusa (hoy Dubrovnik, en Croacia) del siglo XVIII. «Imaginó un universo de puntos y fuerzas y fue un precursor de la física moderna», destaca Peña. Señalaba que «las fuerzas son la firma invisible de Dios en el universo». «Calculó órbitas, diseñó instrumentos y vio en sus teorías un orden divino», prosigue.
Marin Mersenne
«Matemático francés que descubrió los números primos y trató con científicos como Descartes. Fraile mínimo que afirmaba: Los números cantan una melodía que Dios compuso al principio».
Francesco Maria Grimaldi
Otro jesuita, esta vez, italiano, que fue el primer científico en estudiar la difracción de la luz, y acuñó el nombre con que se denomina a este fenómeno. «Sus experimentos con sombras y colores fueron un guiño a la óptica de Newton, todo desde su fe», apostilla Piña.
Jean Buridan
Filósofo francés del siglo XIV que explicó el «ímpetu»: las cosas se mueven hasta que algo las frena. «El movimiento tiene reglas porque Dios no juega a los dados», defendía. Su idea fue el primer paso hacia la inercia de Newton.
Beato Nicolas Steno
Nicolas Steno
Médico y anatomista danés del siglo XVII, se le considera como el padre de la geología. Tras convertirse al catolicismo, murió como obispo misionero, y fue beatificado en 1988 por San Juan Pablo II. «Las rocas son las páginas de un libro; Dios, el autor», recordaba con frecuencia.
Christopher Clavius
Otro jesuita, esta vez, alemán, matemático y astrónomo. En 1582 ajustó el calendario juliano al gregoriano, que seguimos usando hoy. «Poner orden en los días es mi ofrenda al que hizo el tiempo», afirmaba. «Sus cálculos evitaron que Pascua se desfasara, mezclando estrellas y devoción en cada ecuación», resume Piña.
Athanasius Kircher
Athanasius Kircher
Fue un sacerdote jesuita alemán, políglota, erudito, estudioso orientalista, de espíritu enciclopédico y uno de los científicos más importantes de la época barroca. Exploró volcanes, imanes y descifró jeroglíficos egipcios. «Cada volcán grita la fuerza del que lo moldeó», observaba. «Sus museos y libros eran un caos genial, buscando la huella divina en cada rincón del planeta», explica el autor del listado de sacerdotes científicos.
Lazzaro Spallanzani
Naturalista y sacerdote católico italiano que ejerció como profesor de física y matemáticas en la Universidad de Reggio Emilia a partir de 1757, y de lógica, griego y metafísica en Módena. Además, fue director del Museo de Historia Natural de Pavía. «La vida no aparece de la nada; alguien la plantó con maestría», subrayaba, y «vio en cada célula un toque de precisión divina».
Stanley Jaki
Stanley Jaki
Sacerdote húngaro que falleció en Madrid en 2009, miembro de la orden benedictina, especializado en la historia y filosofía de la ciencia. Obtuvo el grado de Doctor en teología y física y fue miembro honorario de la Academia Pontificia de las Ciencias. Recibió el premio Lecompte du Noüy de 1970 y el premio Templeton de 1987, entre otros. «Afirmó que la ciencia moderna nació porque el cristianismo cree en un mundo lógico», recuerda Peña. «Dios piensa claro y nos dio un mundo que podemos descifrar», agregó. Sus libros exponen la fe medieval que preparó el camino para Galileo y Newton.