El turismo religioso ha experimentado un auge significativo en las últimas décadas, para convertirse en un importante motor económico y espiritual para muchas naciones. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), más de 300 millones de personas participan anualmente en este tipo de experiencias, en busca de conexiones profundas en destinos sagrados alrededor del mundo.
Ermis Féliz, de Eliata Tours, explica el panorama global del turismo religioso y su crecimiento en República Dominicana. Con 13 años de operaciones en el país, simplemente afirma: “Vale la pena atreverse de la mano de Dios”.
Este tipo de viaje con propósitos espirituales, que incluye peregrinaciones, visitas a santuarios y asistencia a eventos, es un segmento en constante crecimiento dentro de la industria turística mundial. Destinos como el Vaticano, Jerusalén y Santiago de Compostela atraen a millones de personas de diversas confesiones religiosas cada año.
En República Dominicana esta área se encuentra en plena expansión, con la Basílica de Higüey y el Santo Cerro como dos de sus destinos más emblemáticos. Estos lugares sagrados atraen tanto a turistas nacionales como internacionales, que participan en eventos religiosos de gran relevancia, como las celebraciones de la Virgen de la Altagracia y de la Virgen de las Mercedes.
Durante la Semana Santa, en Moca y Santiago, se realizan representaciones dramáticas de la Pasión de Cristo, mientras que el Monasterio de San Francisco de Asís, en Bayaguana, es un punto de encuentro para retiros y jornadas de oración franciscanas.
“El turismo religioso ha avanzado a pasos gigantescos en nuestro país gracias a ser un pueblo de fe. Sin embargo, todavía no ha sido explotado completamente. Las autoridades deben priorizar el acondicionamiento de las infraestructuras de nuestros santuarios para ofrecer una experiencia de calidad”, comenta Ermis. Además, destaca la importancia de crear paquetes turísticos que combinen espiritualidad, cultura, historia y gastronomía.
Organizar viajes religiosos no es tarea fácil, especialmente cuando se trata de cumplir con las expectativas espirituales y logísticas de los peregrinos. Feliz recuerda los retos iniciales como emprendedora en un nicho poco explorado en el país: “El principal desafío fue hacer las cosas organizadas, obtener los permisos necesarios y competir con agencias de viajes establecidas”.
Aun así, el esfuerzo ha valido la pena: “Ir a Tierra Santa, Fátima o Lourdes ha sido un sueño hecho realidad para muchos dominicanos, y verlos regresar transformados es una de las mayores recompensas”, agrega.
Dentro de estos viajes, Ermis también disfruta de la experiencia. Recuerda una vez cuando una peregrina le dijo algo que nunca olvidará: “Para mí, Tierra Santa fue como tocar la Biblia con las manos”.
El turismo religioso no solo permite a los visitantes profundizar en su fe, sino que también ofrece una ventana única a la rica historia y cultura. Feliz asegura: “Nosotros, como dominicanos, somos netamente religiosos y espirituales”.
Futuro prometedor con grandes oportunidades
El futuro del turismo religioso en el país es prometedor, con grandes oportunidades de crecimiento. Ermis ve un potencial aún no explotado en destinos como la “Ruta de la Fe”, que incluye lugares como el sitio donde se celebró la primera misa en América.
“Estamos a la espera de que nuestras autoridades acondicionen los alrededores de estos santuarios para estar a la altura de destinos internacionales como la Basílica de Santa María de Guadalupe en México”, expresó.
A través de Eliata Tours, los dominicanos han visitado varios lugares sagrados. Como expresa Ermis Feliz: “Una vez que visitas uno de estos lugares, no vuelves a ser la misma persona”. República Dominicana está en camino de convertirse en un destino relevante dentro del turismo religioso, con una fe que impregna todos los aspectos de su cultura.